Vamos a ser ricos. Vamos a ganar tal cantidad de dinero que no sabremos qué hacer con tanto. Y hay para todos. Solo tenemos que ver la tele y anotar en una libretina nuestro mapa del tesoro.
Hoy es el día de san Valentín. La tele hará mil guiños al día del amor. Y raro será que, entre tantos, no haya unos cuantos que sean un poquitín más explícitos. Tantas horas de tele y tanta competencia hacen inevitable que las cadenas se vengan arriba mostrando situaciones comprometidas, subidas de tono, atrevidas o incluso picaruelas, ustedes ya me entienden. Solo hay que tomar nota de la afrenta, poner una demanda al programa, a quien lo patrocine, a quien lo emite, al sursuncorda, y a esperar la pasta.
No es ninguna tontería. En Estados Unidos, el activista cristiano Dave Daubenmire ni siquiera tuvo que esperar a san Valentín para encontrar en la tele imágenes de contenido sexual explícito sumamente ofensivas que le van a hacer multimillonario. Solo tuvo que ver la retransmisión de la Super Bowl para hacerse cruces en el descanso con la actuación de Shakira y Jennifer López. Donde millones de pringaos solo vieron en la tele música y baile, él supo ver un espectáculo “discriminatorio” para los cristianos que puso su alma “en peligro de fuego infernal”, que fue capaz de “penetrar la santidad” de su hogar, y que pervirtió la virginal candidez de su pobre hijo de 12 añitos: “¿Hubo alguna advertencia de que un hijo de 12 años, cuyas hormonas acaban de empezar a funcionar, podría ver algo que le excitara sexualmente?”. Daubenmire calcula que una demanda a la Liga Nacional de Fútbol Americano (NFL) y a Pepsi, patrocinador del evento, puede reportarle una indemnización de 867.000 millones de dólares.
Si quedaba alguna duda, ya no: los niños son de sus padres. Hay una pasta esperando a los integristas que consigan que su atolondrada propiedad llegue a los 12 años en el estado de apijotamiento más rentable de la historia. ¿Qué hacen que no están apuntando ya en una libretina todas las barbaridades que saldrán hoy en la tele?
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