Los niños españoles
necesitan más vacaciones de Navidad. Las dos semanas actuales valen para hacer
vida familiar, descansar del primer trimestre de curso y arrancar el segundo
con fuerza, pero tienen un problema grave: “MasterChef Junior” dura más de dos
semanas y a los chiquillos no les da tiempo a verlo todo. Por eso habría que
prolongar sus vacaciones, para que pudieran seguir viendo la tele hasta las
tantas, levantándose tarde, y así labrarse un futuro de fama, éxito y dinero a
espuertas cocinando.
No hay más que ver
la programación televisiva infantil que el Estado ofrece en su principal cadena
pública, La 1, para darse cuenta de que la vuelta al cole después de Reyes es
demasiado precipitada. Con unas semanas más sin clase los chavales ganan más
que pierden. Se quedarán sin unas cuantas clases sin importancia, pero ganarán algo
mucho más valioso: tiempo para empaparse de “MasterChef Junior” sin que ese
incordio de los estudios interfiera, sin que esos horarios tiránicos les
obliguen a ir a clase a una hora loca en la que deben dormir para recuperarse
de haber trasnochado viendo en la tele este maravilloso programa educativo. Es al
Estado a quien corresponde adaptar el calendario escolar a tan importante oferta
formativa audiovisual que el propio Estado ofrece.
Antes de que
llegara “MasterChef Junior” valían unas vacaciones navideñas más cortas. Y
todavía valen en los países donde no emiten este programa. O en países donde sí
lo hacen, pero no lo tienen en un altar como aquí porque consideran importante
que los niños perciban como valiosas viejas profesiones sin perfil culinario, como
ser investigador, abogado, médico o profesor. Pero en España, donde somos más
listos que nadie, donde aspiramos a que nuestro país sea un gigantesco parque
temático al que vengan muchos turistas de vacaciones, donde los niños tienen
que entender que ser cocinero es lo más importante que pueden ser de mayores, habrá
que adaptarse a los tiempos.
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