Abandono la crítica
televisiva e ingreso en la familia real española. Esto no es capricho por ver en
los telediarios la voluntad del príncipe Enrique y su esposa Megan de
independizarse de la corona británica. Es consecuencia del reportaje que dedicó
al Megxit “Audiencia abierta”, un
maravilloso programa vintage que cada sábado La 1 canta las virtudes de nuestra
familia real arropándola con noticias de otras familias reales. Es importante
que los súbditos sepáis que no estamos solos, que hay más países coronados,
todos con reyes glamurosos y sobradamente preparados para garantizar el
bienestar del populacho.
“Audiencia abierta”
muestra que la monarquía no es un sistema injusto que impone privilegios porque
sí. El año pasado vimos cómo bastó que el rey Juan Carlos comunicara que
abandonaba la actividad pública para que el sistema dejara de imponerle nada y le
dejara hacer su real gana. Ahora basta que el príncipe Harry y señora comuniquen
su deseo de abandonar la familia real británica, independizarse económicamente
y alejarse de la corona para que así sea. La reina Isabel hizo una
reunión en un palacio que tenía a mano —¿el de Sandringham?, pues ese—, con los
príncipes Carlos y Enrique, tras lo que comunicó su real voluntad
de aceptar sus voluntades reales: “Harry
y Meghan han dejado claro que no quieren depender de fondos públicos en sus
nuevas vidas…”, etc. No obstante, establece un período de transición en el
que tienen que contentarse con que los ingresos públicos se les retiren
gradualmente y deben vivir entre Canadá y Reino Unido.
Bien, pues yo
también comunico mi voluntad. Quiero ingresar en la familia real española y depender
económicamente de ella, para lo que aceptaré que el rey se reúna en algún
palacio para hacer un comunicado en el que su voluntad acepte la mía. Y si establece
un período de transición en el que he de contentarme con que los ingresos se me
adjudiquen gradualmente y debo vivir entre mi casa y un palacio con
servidumbre, lo acepto. Es mi voluntad. Se acabaron las imposiciones. Queridos
súbditos, ¡viva la monarquía!
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