RTVE despidió el
año dando caña. Parecía un inocente viaje al siglo XIX para recordar a la gran Concepción
Arenal, pero las verdades como puñetazos caían en el presente. “Ella
dice que cómo puede ser que una mujer sea jefe del Estado —caso de la reina Isabel
II— y que no pueda ser funcionaria de aduanas; cómo puede ser que las
mujeres llenen las iglesias, atiendan los altares, limpien, estén allí
protegiendo el oficio religioso y no puedan dar la eucaristía”.
Respecto a lo
primero que plantea, hoy la mujer ya puede ser funcionaria de aduanas, pero,
ojo, aún tenemos un rey elegido por el procedimiento de mirar cuál de los
descendientes reconocidos del rey anterior dispone de la inestimable cualidad
política de tener pene. Respecto a lo segundo, la situación de la mujer en la
Iglesia sigue igual. Que el otro día en el Vaticano el papa repartiera hostias en
forma de manotazos es solo una anécdota, lo esencial es que aquella devota
mujer que los recibió estaba detrás de la valla que protegía al papa. Se le permite
estar delante de la valla para limpiar, pero no para consagrar y repartir hostias.
Mientras RTVE daba
caña en “La historia de cada día” —un estupendo programa dedicado a la historia
de Radio 5—, Telecinco daba vueltas a cómo seguir rentabilizando su “Gran Hermano”
a pesar de que la violación que consintió en una edición anterior hizo huir a
los anunciantes. A ningún jefazo se le ocurrió aún pedir perdón por la nefasta
gestión de esta agresión a una mujer que estaba indefensa, pero sí han tenido
la idea de prolongar el último “GH VIP” con otro nombre: “El tiempo de descuento”.
La triste imagen que dan de la mujer en su gran escaparate audiovisual les preocupa
menos que la cuenta de resultados. No son monstruos, solo trasladan a la tele el
triste aire que respiramos. La iluminación navideña de mi calle tenía la silueta
de una mujer rezando arrodillada en actitud de sumisión. Necesitamos más Concepción
Arenal y menos villancicos en que la Virgen lava pañales y los tiende en el
romero, los pajarillos cantando y el romero floreciendo.
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