La gran Silvia
Abril, vestida de superheroína, cometió un supererror en la gala de los
Premios Goya que presentó junto al gran Andreu Buenafuente: “Soy
actriz en España. ¡Soy invisible desde que cumplí los cuarenta!”. Su
denuncia de uno de los muros con los que choca una mujer en su vida laboral ha
quedado antigua. El muro sigue ahí, eso lo sabemos todos, pero ha quedado chico
a la sombra de un muro mayor que afecta a todos los hombres y todas mujeres de
todas las edades. Pasa como con la desigualdad en el mercado laboral, que se supera
pero no porque se mejoren las condiciones de los trabajadores más desfavorecidos,
sino por la progresiva universalización del abuso. El viejo y caduco
proletariado se ha superado con el moderno y competitivo precariado.
Los Javis no son
mujeres y no cumplieron los cuarenta, pero fueron invisibles. Mientras el común
de los hombres y mujeres que acudieron a la gala iban simplemente maquillados, Javier
Calvo y Javier Ambrossi iban maquillados de ir maquillados. Querrían
subirse a la ola de la última polémica creada artificialmente en “Operación Triunfo”
para darle interés a semejante aburrimiento alrededor del maquillaje de tres de
sus concursantes varones. Fue en vano. Como la polémica de “OT” no terminó de
cuajar, no se formó ninguna ola y que los Javis fueran maquillados de ir
maquillados apenas si salpicó un poquito. No fueron tendencia en Twitter, no se
hicieron memes sobre ellos, resultaron invisibles. Su espontánea estrategia fue
tan ignorada como la espontánea actriz que asaltó al escenario durante su
intervención, que pretendió llamar la atención portando el cartel “Salvemos
el planeta!”, ¡tan reivindicativo y rompedor que cerraba una admiración sin
abrirla previamente! Todo eso importa un pito porque lo que ahora pita es “La
isla de las tentaciones”.
En realidad la gala
entera fue invisible aunque aún le faltan unos años para cumplir los 40. Solo brilló
un instante, con un fogonazo tan intenso que nos cegó y nos impidió ver ninguna
otra cosa.
—El Goya a la
mejor actriz protagonista es para…
—¡Estefaníaaaaaa!
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