27/12/19

GULA Y LUJURIA


Las monjas deben diversificar su oferta de productos navideños y comercializar su propio succionador de clítoris. No se escandalicen, no estoy diciendo que ellas deban pecar ni un tantito. Las monjas, tan adorables, pueden seguir como hasta ahora, llevando una vida de oración y recogimiento mientras fabrican productos de máxima calidad y satisfacción garantizada con los que son otros quienes pecan y llevan su alma a la condenación eterna. Solo digo que no se entiende que limiten su actividad económica al rentable sector de los dulces y los postres con lo provechoso que podría resultarles también el pujante mercado de los juguetes eróticos.

Hay que normalizar estas cosas. La tele trató decenas de veces de los deliciosos dulces que hacen las monjas en sus conventos. Incluso las visita de vez en cuando para mostrar que usan productos de primera calidad en recetas artesanas de placer garantizado. En navidades es raro que un magacín hable de esos momentos familiares en los que el pecado de la gula reina en las sobremesas sin mencionar sus productos o mostrar sus enharinados obradores limpios como una patena. Por eso resultó chocante que el otro día María Casado no se acordara de las monjas simplemente porque en “La mañana” de La 1, en vez de hablar del habitual placer gastronómico, habló de placer “femenino”.

Atengámonos a la doctrina. La fabricación de juguetes sexuales elaborados por las primorosas manos de las monjas podría resultar tan eficaz para que caigamos en el pecado capital de la lujuria como los dulces lo son ya para hacernos caer en el pecado capital de la gula. En lo tocante a pecados capitales, tanto monta. No hay por qué imponer restricciones que carecen de respaldo doctrinal ninguno.

Casado sostenía pizpireta un satisfyer en la mano mientras hablaba de sus beneficios físicos y su enorme crecimiento de ventas. Lástima que no pudo rematar entrevistando tras una celosía a unas simpáticas monjas de clausura que comercializan su producto a través de un viejo torno de madera que sirve unas cajitas preciosas con una piadosa imagen del “Éxtasis de santa Teresa”.

3 comentarios:

  1. Solo espero que no nos termine
    por sustituir ese aparatejo .

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  2. Nah, Orlando. Son modas. Estos temas nunca les han interesado demasiado. La inexistencia del aparatejo nunca ha sido una cortapisa, siempre han tenido muchas opciones a su disposición y... psé... No nos volvamos locos todos ahora, que no hay para tanto.

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    1. Ja ja, gracias por
      los ánimos, encima
      que uno no se come
      una mierda.

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