Las monjas deben diversificar
su oferta de productos navideños y comercializar su propio succionador de
clítoris. No se escandalicen, no estoy diciendo que ellas deban pecar ni un
tantito. Las monjas, tan adorables, pueden seguir como hasta ahora, llevando
una vida de oración y recogimiento mientras fabrican productos de máxima
calidad y satisfacción garantizada con los que son otros quienes pecan y llevan
su alma a la condenación eterna. Solo digo que no se entiende que limiten su
actividad económica al rentable sector de los dulces y los postres con lo provechoso
que podría resultarles también el pujante mercado de los juguetes eróticos.
Hay que normalizar
estas cosas. La tele trató decenas de veces de los deliciosos dulces que hacen
las monjas en sus conventos. Incluso las visita de vez en cuando para mostrar
que usan productos de primera calidad en recetas artesanas de placer garantizado.
En navidades es raro que un magacín hable de esos momentos familiares en los
que el pecado de la gula reina en las sobremesas sin mencionar sus productos o mostrar
sus enharinados obradores limpios como una patena. Por eso resultó chocante que
el otro día María Casado no se acordara de las monjas simplemente porque
en “La mañana” de La 1, en vez de hablar del habitual placer gastronómico, habló
de placer “femenino”.
Atengámonos a la
doctrina. La fabricación de juguetes sexuales elaborados por las primorosas
manos de las monjas podría resultar tan eficaz para que caigamos en el pecado
capital de la lujuria como los dulces lo son ya para hacernos caer en el pecado
capital de la gula. En lo tocante a pecados capitales, tanto monta. No hay por
qué imponer restricciones que carecen de respaldo doctrinal ninguno.
Casado sostenía pizpireta
un satisfyer en la mano mientras hablaba de sus beneficios físicos y su
enorme crecimiento de ventas. Lástima que no pudo rematar entrevistando tras
una celosía a unas simpáticas monjas de clausura que comercializan su producto a
través de un viejo torno de madera que sirve unas cajitas preciosas con una piadosa
imagen del “Éxtasis de santa Teresa”.
Solo espero que no nos termine
ResponderEliminarpor sustituir ese aparatejo .
Nah, Orlando. Son modas. Estos temas nunca les han interesado demasiado. La inexistencia del aparatejo nunca ha sido una cortapisa, siempre han tenido muchas opciones a su disposición y... psé... No nos volvamos locos todos ahora, que no hay para tanto.
ResponderEliminarJa ja, gracias por
Eliminarlos ánimos, encima
que uno no se come
una mierda.