Una tele chilena
expulsó del plató a un tipo por defender la dictadura del golpista Augusto
Pinochet. El personaje incluso negó que hubiera torturas sistemáticas ante
una persona que explicaba que su propio padre las había sufrido: según él, serían
torturas, pero no era para tanto porque no eran sistemáticas. Fueron muchos los
que en España aplaudieron la medida y lamentaron que aquí no se haga lo mismo
con los defensores del golpe de Estado, la dictadura y la represión
franquistas. Y se equivocan.
Cuando el programa “Bienvenidos”
invitó a Hermógenes Pérez, reconocido defensor de Pinochet, sabía a
quién invitaba y qué iba a decir. Expulsarle después está mal, pero, sobre
todo, es un error. En el vídeo se ve al tipo controlando la situación y
ofreciendo que, si no gusta lo que dice, le expulsen. Cuando lo logra, denuncia
la censura y abandona el plató como un mártir, con una dignidad y una superioridad
moral que no merece. El posterior alegato de la presentadora suena falso y solo
sirve para lavar su conciencia. Es como las bravatas de Jorge Javier Vázquez
y Jordi González cuando se portan mal las fieras que mantienen enjauladas
y azuzan en su espectáculo.
Que no es fácil
hacer justicia en la tele ya lo sabíamos. Hay quien la usa como arma para
amenazar, como Sofía Suescun. Cuando este personajillo tuvo un problema
con la poli, blandió su arma: “¿Follas poco y no tienes nada más que hacer? Mañana
se va a enterar toda España en Telecinco de la mierda de Policía que tiene
Marbella”. Ahora ha sido condenada a pagar 1.000 € que hoy mismo ganará con
creces contándolo en su cadena amiga. Como Kiko Eldegranhermano, ese
que se indignó con David Broncano por preguntar a los invitados de “La resistencia”
por su dinero. Él no amenaza, él dispara. Le han condenado a pagar 2.000 € a María
José Campanario por difundir su parte médico, cantidad que se suma a los 6.000
que antes fue condenada a pagar María Patiño, y los posteriores 8.000 de
un reportero de “Sálvame”. Nada comparado con las cifras que mueve el negocio.
No sé cómo habría que hacer justicia en la tele, pero expulsar del plató y
multar con calderilla no es la manera.
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