Me llama mucho la atención que no llame la atención ese rótulo que nos advierte que en la serie “Genius: Picasso” (La 2) aparecen obras de arte que pueden contener desnudos que podrían herir la sensibilidad del espectador. Quiero decir, no me llama la atención que no nos escandalice la gigantesca idiotez del mensaje, sino que me llama la atención que ese mensaje no nos llame la atención para ver la serie y comprobar que a nuestros torturados ojos ya no les escandaliza casi nada y a nuestra sensibilidad ya no le hiere nada. El evangelio de san Mateo sugiere que si el ojo (derecho) nos escandaliza, lo mejor es arrancarlo y tirarlo, porque más vale que se pierda uno de los miembros del cuerpo que no que todo el cuerpo sea arrojado al infierno. Eso es precisamente lo que hace el Dr. James Xavier en “El hombre con rayos X en los ojos”, por consejo de un reverendo, cuando sus ojos le obligan a ver cosas que están más allá de su entendimiento. Por supuesto, los desnudos en las obras de arte no nos escandalizan, y ya nadie se toma en serio a san Mateo ni está dispuesto a sacarse los ojos como hizo el Dr. Xavier o el mismo Edipo. Y eso está bien. Pero debería escandalizarnos que a los rótulos que cuidan de nuestra sensibilidad no les preocupe la violencia de las películas protagonizadas por Rambo y que Trece, la cadena amiga de san Mateo, pueda programar un fin de semana con Rambo.
Cuando algunos pensadores romanos (Séneca, por ejemplo) decían que los combates de gladiadores eran un espectáculo cruel, estaban pensando en los espectadores, no en los gladiadores. La lucha de gladiadores enseñaba crueldad a los ciudadanos, pero lo que les pasara a los gladiadores en la arena de los anfiteatros no tenía mayor importancia. Puede que haya llegado el momento de advertir que las películas protagonizadas por Rambo pueden herir la sensibilidad no de los espectadores, sino de los gladiadores (los actores) que las interpretan. No creo que la horripilante “Rambo III” produzca daño moral en los espectadores, pero es posible que interpretar al coronel Zaitsev o a Rambo disparando su ridículo arco sea veneno para la sensibilidad de Marc De Jonge y Sylvester Stallone. Es una idea. No me da pena Antonio Banderas metiéndose en la piel de Picasso, pero sufro por Stallone cuando mata a los malos a flechazos mientras se hace amiguito de los talibanes.
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