Un váter en la
tele. Un váter en el centro de la pantalla. Un váter blanco con las fauces
abiertas dispuesto a todo. Un váter con escobilla como un hermoso trono con su
cetro en la sala de mando de un reino audiovisual de mierda. A un lado, una
botella de desinfectante; al otro, una escoba y un recogedor; armas de
infantería de su ejército de mierda. Y, por encima, una cámara siempre enchufada,
una cámara mirándolo todo, grabando cada segundo con su lucecita encendida sin
pestañear para no perder detalle, una mirada cenital insomne con sus turnos
rotatorios de empleados encargados de verlo todo sin que nada se escape a su
control, observando cómo se desarrollan allí los acontecimientos por si hubiera
alguna mierda que mostrar a los espectadores de mierda que siguen este
espectáculo de mierda.
Por eso no se
entiende que los espectadores se quejen del programa que les da lo que ellos
piden. No tiene ni pies ni cabeza que los soberanos del mando a distancia se
lamenten porque haya alguien dispuesto a hacer el trabajo sucio con tal de tenerlos
contentos, sirviéndoles en formato panorámico, con buen sonido y alta calidad
de imagen, el espectáculo lamentable que ellos quieren ver.
Tras una de las
habituales broncas con las que engañan el aburrimiento en la casa hipervigilada
de “Gran Hermano VIP”, una concursante tuvo la ocurrencia de ir al lavabo a
desahogarse llorando a solas. Cuando la cámara del baño mostró a sus
espectadores la imagen de la chica llorando junto al váter, cuando pudieron regocijarse
disfrutando de una de las decenas de cámaras de las que el programa presume
cuando proclama que nada se escapa a su mirada dentro de la casa, cuando
sirvieron a sus comensales el hediondo plato de excrementos que habían pedido, estos
manifestaron su pesar en las redes sociales, dejando así claro que no solo son unos
telespectadores sino también unos hipócritas, unos tramposos y unos ofendiditos…
de mierda.
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