Juan Carlos Girauta es un artista, pero
le falta perseverancia. Si usted se tropezara en la tele con unos comentarios
que le parecen inadecuados, realizados con un sentido del humor que no comparte,
hechos por una humorista que le pareciera nefasta, en un programa humorístico al
que no le ve la gracia, tomaría la decisión de pirarse de allí y no volver ni
harto de vino. Girauta, en cambio, prefirió hacer una obra de arte, pero, ay, sin
el empuje suficiente para completar una obra maestra.
Hace ya varios
días que, en el programa de humor “Las que faltaban” de Movistar+, la humorista
Victoria Martín bromeaba sobre la
tontería de la ola de influencers que
nos inunda. Para ridiculizar la supuesta novedad de algo tan viejo como influir
en los demás, así como la falta de bagaje de quien aspira a tener un peso
social cuando solo dispone de un libro publicado (como es el caso de Laura Escanes o Marta Carriedo) plantea que, según esto, no solo hace mucho que
existen las influencers, sino que Ana Frank ya lo fue porque también es
conocida teniendo solo un libro publicado. Como les pasa a quienes miran el
dedo cuando se señala la Luna, Girauta creyó que Victoria Martín no apuntaba a las influencers sino a Ana Frank, así que se enfadó y lanzó a las redes
esta obra de arte: “Esta ignominia no
solo compromete a la descerebrada que hace chistecitos sobre Ana Frank,
adolescente víctima del Holocausto que para muchos de nosotros es sagrada. Esta
ignominia también compromete a la productora y a @movistar_es”.
Es triste que
un señor diputado insulte a una dinámica emprendedora, ridiculice su trabajo,
someta la libertad de expresión a sus criterios particulares, ataque a una
empresa que según los principios liberales solo debería ser juzgada por el libre
juego de oferta y demanda del mercado, y aplique tan alegremente el término
“sagrado” a una mujer laica (con grave riesgo de ofender los sacrosantos
sentimientos religiosos). Pero lo peor es que le faltó añadir a su obra de arte
una muchedumbre con antorchas rodeando una hermosa hoguera para rozar el cielo
de lo sublime.
¿Cómo era aquello? Algo así como "Es mejor estar callado y parecer tonto, que abrir la boca y despejar cualquier duda". Pues esta máxima tan sabia se la pasan por el forro a diario varias veces los que andan todo el santo día en las redes sociales...
ResponderEliminar¡¡GILIPOLLAS AL PODER!! (Es broma, por favor, que no toquen poder nunca...)
Si ye que de donde no hay no se puede sacar.
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