Se llama
“efecto mirón” a un fenómeno que altera gravemente el normal tráfico de
vehículos y telespectadores. Se produce por un accidente o suceso desgraciado
que capta la atención de quien lo ve hasta el punto de quedar mirando como un
pasmarote. Este repentino interés generando situaciones de riesgo que pueden
acabar en desastre. Son conocidos los peligros que el efecto mirón tiene en el
tráfico rodado, pero esto no es así cuando se trata de tráfico de
telespectadores.
Cuando
circulamos haciendo zapping debemos hacerlo siempre con precaución. La prisa
nunca es buena compañera, y un zapping demasiado rápido o poco atento puede
producir encuentros indeseados de los que podemos arrepentirnos. Las medidas
precautorias deben extremarse cuando pasemos junto a un accidente o un suceso
llamativo. Un inesperado interés, junto a una malsana curiosidad por lo
escabroso de las imágenes, pueden hacernos disminuir la velocidad de avance e
incluso detenernos, formando retenciones peligrosas. Como ocurrió esta semana
en “Ya es mediodía”, el magacín de Telecinco presentado por Sonsoles Ónega.
Durante una
conexión en directo con las inundaciones de Albacete, Ónega quiso mostrar cómo
trabajaban los servicios de rescate en un coche en el que había muerto un
matrimonio ahogado.
—Quiero volver a verlo, a ver si es posible.
Los
espectadores que pasaban por allí pudieron ver el proceso de rescate de los
cadáveres hasta que la presentadora cortó la imagen.
—Ay, no, vámonos... Era el momento
terrorífico del rescate de ese matrimonio.
Al día
siguiente, los audímetros sirvieron a Telecinco un gráfico, detallado al
minuto, mostrando la retención de espectadores que produjo el suceso. Muchos
criticaron el programa en las redes, pero eso no importa, es sabido que el
efecto mirón afecta a los dos sentidos de la marcha. Todos los telespectadores
se suman cuando se valora el impacto de una retención y se calcula lo rentable
que resulta situar las cámaras en el lado de la carretera en el que hubo una
desgracia.
Sónsoles Ónega que, como su hermana Cristina Ónega, son presentadoras por sus inmensos méritos y porque, como todo el mundo sabe existe un gen periodista que se transmite de padres a hijos. Concretamente de su padre, el falangista Fernando Ónega. Esa es la única influencia de Fernando en el futuro laboral de sus hijas, no seáis mal pensados; que vivimos en un país donde cualquier estudiante de periodismo puede llegar a lo más alto. Siempre que nazca con el gen adecuando, claro.
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