22/9/19

AMIGOS PARA SIEMPRE

Me da igual que tengas quince, treinta y cinco o cincuenta y cinco años: a ti te gusta “Friends”. Puedes vivir en el norte, puedes vivir en el sur: a ti te gusta “Friends”. Puede ser que votes a Unidas Podemos o al Partido Popular. Quizá en tu tiempo libre prefieres hacer senderismo, o escuchar música, leer a los clásicos, o te apasiona el bricolaje. Me es indiferente que luego tus cómicos preferidos sean los Morancos o los Monty Python, que te guste Rosalía o Taburete, que seas capaz de recitar la lista completa de los tronistas de “Mujeres y hombres y viceversa” o la alineación de la Real Sociedad en la liga 1995-96. A ti te gusta “Friends”.

¿Que por qué lo sé? Pues porque si estás leyendo esto necesariamente serás un ser humano. Los seres humanos destacamos entre las demás especies animales por la altísima variedad de nuestro comportamiento y la riqueza de nuestra vida apetitiva y emocional, hasta el punto de que la búsqueda de características universales a todos nosotros se ha convertido en una actividad frecuente, habitualmente fallida, en las ciencias humanas. Levi-Strauss buscó aspectos universales en las formas de parentesco de diversas culturas. Chomski buscó las huellas de una gramática universal sobre los idiomas que hablamos. Piaget, las formas del desarrollo cognitivo en la infancia. Pero no hace falta irse a la epistemología genética ni al pensamiento salvaje para encontrar algo que tienen en común Sánchez, Abascal, Iglesias, Casado y Rivera. A los cinco les gusta “Friends”. Como a ti y al resto de los seres humanos.

Y esta serie, que es muchísimo más que una serie, -tanto, que sería imposible imaginarse, no ya la televisión, sino la cultura occidental actual sin ella, cumple hoy, exactamente hoy, veinticinco años. Reflejó un mundo al tiempo que lo creaba y nos ofreció algo en lo que ponernos de acuerdo absolutamente todos: la banalidad. Para siempre. O, al menos, hasta que llegue otra serie que defina una época, cosa que no ocurre desde hace hoy veinticinco años.

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