Con tesón, trabajando duramente mientras buena parte del país descansa, mostrando su talento obtenido con esfuerzo, los presentadores sustitutos de los magacines veraniegos matinales están demostrando a lo largo de este agosto que son capaces de realizar programas igual de malos que los que presentan las grandes estrellas de sus cadenas de septiembre a junio. Bravo, Joaquín Prat. Bravo, Lorena García. No es fácil de conseguir, porque para alcanzar el nivel de ruido, nadería y borrosidad que logran Susanna Griso y Ana Rosa Quintana al respectivo frente de “Espejo público” y “El programa de Ana Rosa” hacen falta años y años de curtida profesionalidad y entrega diaria a la labor, pero estos jóvenes periodistas están logrando igualar la dificilísima marca de las presentadoras titulares. A la vista del nulo interés de las horas de televisión que nos ofrecen cada mañana, a nadie le podría extrañar que, con el paso del tiempo y las tiemporadas, terminaran relevando a figuras como Griso y Quintana.
Esas tertulias políticas que se evaporan en el momento en el que terminan, esas crónicas de sucesos de actualidad que no han avanzado desde los cantares de ciego, esos recordatorios de que conviene beber cuando se tiene sed y descansar al volante cuando aparece el cansancio, esas noticias del corazón de gente que ejercita casi todos sus músculos menos el cardíaco. Parece fácil, pero hay que ser capaz de sacar adelante dos o tres horas de televisión diaria sin más materia prima que el vaho. Y, sin embargo, ahí está Joaquín Prat lográndolo día tras día, realizando una labor de la que Ana Rosa Quintana tiene que sentirse orgullosa. Y, sin embargo, ahí está Lorena García, consiguiéndolo mañana tras mañana, ¿quién pudiera en una prueba ciega distinguir su “Espejo Público” del que conduce Susanna Griso? Cada verano se demuestra el carácter sustituible de todas las figuras insustituibles de las cadenas: siempre hay profesionales capaces de hacerlo igual de mal que ellos.
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