¿Recuerdan el suspense brutal del final de la primera temporada de “Homeland”, cuando Nicholas Brody ha conseguido infiltrarse con un chaleco bomba dentro de una sala con todo el gobierno estadounidense y está esperando el momento adecuado para hacerlo explotar? ¿Recuerdan la extrema tensión de la aparición de Moriarty en la piscina de “Sherlock”, cuando le dice a Holmes que le va a comer el corazón? ¿Recuerdan cuando en la Boda Roja de “Juego de tronos” comienza a sonar “Las lluvias de Castamere” y un grupito de Freys empieza a degollar a todo Invernalia? ¿Y “El cuento de la criada”, cuando June, tras conseguir huir con su bebé de la casa en llamas de los Waterford, tiene que decidir si escapa o no de Gilead? ¿Y cuando en “Black mirror” secuestran a la princesa de Inglaterra y los terroristas ponen como condición para el rescate que el primer ministro fornique con una cerda por televisión en directo a través de la BBC? ¿A que no han olvidado el momento de “Narcos” en el que el capo Miguel Rodríguez consigue sortear un registro minucioso de la policía en su casa escondido en un compartimento secreto detrás de la pared del baño? ¿Recuerdan la angustia de la primera aparición de Negan en "The walking dead", cuando los Salvadores consiguen maniatar y poner de rodillas a Rick y su grupo, y su jefe se pasea entre ellos balanceando el bate para decidir a quiénes va a matar?
Bueno, pues todas estas escenas son una mieeeeerda así de alta comparadas con el episodio de ayer de “Investidura”. Qué personajes, qué líneas de guion, qué plot twist el de Pablo Iglesias. Suspense, violencia, mentiras, odios centenarios, traiciones, chantajes, tensión, insultos, resentimientos y emoción hasta el último segundo de la resolución final. Fue un cierre de temporada extraordinario, el mejor de los últimos años. Menos mal que se ya se ha anunciado la renovación por una temporada más. Los nuevos capítulos empezarán a emitirse a partir de septiembre.
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