Decía Nietzsche que con la ayuda de tres anécdotas se podía presentar la imagen de un hombre. No lo creo. En primer lugar, porque la imagen de un hombre dependería de la elección de las anécdotas, de modo que si reducimos a Walt Disney a tres anécdotas nos encontraremos con un maravilloso creador de mundos de fantasía o con un explotador sin escrúpulos simpatizante del fascismo. En segundo lugar, porque la vida de un hombre no siempre da para proporcionar tres buenas anécdotas. Así que podríamos corregir a Nietzsche y decir que con la ayuda de tres documentales se puede presentar la imagen de un hombre. Y eso pretende la serie documental “Apocalipsis: Stalin” (La 2).
Surgiendo de la nada, Stalin ascendió a las más altas cimas del poder absoluto sobre la cabeza, el corazón y el bajo vientre de los ciudadanos de la Unión Soviética. En tres capítulos (“Demonio”, “Rojo” y “El amo del mundo”), “Apocalipsis: Stalin” ofrece algunas claves para entender cómo fue posible que la revolución de octubre desembocara en esa luz que iluminaba la habitación de Stalin en el Kremlin. El estalinismo no se puede entender como producto de alguna psicopatología de Stalin, ni como un compromiso radical de Stalin con la construcción del socialismo en un solo país, ni como una inevitable extensión de ese pánico moral forjado por Stalin que está tan bien parodiado en la película “La muerte de Stalin” ni, por supuesto, como un subproducto de los generalizados sentimientos de ira y de culpa asociados a la costumbre de los rusos de fajar fuertemente a sus bebés. No podemos presentar la imagen de Stalin con tres anécdotas pero, pensándolo bien, tampoco las tres partes de “Apocalipsis: Stalin” sirven para entender completamente el estalinismo. Las purgas de Stalin no están relacionadas con la costumbre rusa de fajar a sus bebés, y los crímenes de Stalin no son consecuencia de los dolores de muelas que sufría Iósif Vissariónovich Dzhugashvili. De acuerdo. Entonces, ¿por qué? ¿Qué pasó? ¿Cómo es posible que la revolución bolchevique quedara oculta bajo la gorra y el bigotón de Stalin?
Tres anécdotas sobre Walt Disney y tres documentales sobre Stalin no son suficientes para conocer al creador de Mickey Mouse y al tirano que en dos ocasiones fue candidato al Premio Nobel de la Paz.
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