Estoy harto de
cotilleos. Si “Todo es mentira” (Cuatro) está consiguiendo que se pongan
nerviosos en “Zapeando” (laSexta) es porque cuenta con una plantilla de colaboradores
más rápidos, sagaces y divertidos, vale, pero también porque aborda temas de
más calado que las habituales naderías de chichinabo de “Zapeando” (que
deberían ser patrimonio exclusivo de Alfonso
Arús y su “Arusitis”, el programa despertatroz de laSexta). Pues no hay
manera. Parece que “Todo es mentira” no se entera de que debería centrarse en
lo que funciona y renunciar a chismes, tonterías y dimes y diretes.
La sobremesa
del martes, “Todo es mentira” fue una vergüenza. Se dedicó a cotillear sobre
una familia con problemas, a dar pelos y señales de cada uno de sus miembros —con
nombres y ocupaciones para que no quedara duda—, a airear sus miserias, a hacer
chistes sobre su desgracia, a opinar alegremente sobre ellos sin importar el
daño que les hacían, sin tener en cuenta que los niños de esa familia podían
estar viendo en la tele lo que decían sobre sus padres y sus abuelos en horario
de protección infantil. Que si la mala es la abuela. Que si es peor la madre,
que maltrata a su marido. Que si el abuelo es un borrachín mujeriego y corrupto
que se enriqueció durante décadas robándonos a todos cobrando comisiones
ilícitas sobre el petróleo saudí que compraba España. Que si la abuela es una
víctima de toda la familia, una sufridora esposa y pobre mujer que vive con un
hijo que no la respeta, una nuera que la maltrata y la odia, y una nieta que la
rechaza. Que si las constantes infidelidades del abuelo son una “cosa genética” de su familia, y ella
sobrelleva la cornamenta con toda la dignidad que puede. ¿Qué me importa a mí
la vida de esta gente? A no ser que hablaran de la familia real, claro. Es lo
que Ramoncín denominó el domingo en “Liarla
Pardo” (laSexta) “Eso de ser jefe de
Estado por razones de apellido, sangre y semen”.
“Todo es
mentira” fue, sí, una vergüenza, porque —guste o no— como ciudadanos y como
españoles estamos obligados a conocer estos cotilleos, hay que fastidarse.
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