13/6/19

LA PANTOJA, BORRACHA


La tele influye en nosotros, pero sin pasarse. Los espectadores imitamos la conducta de los personajes televisivos, pero no es para tanto. Las empresas pagan para que determinados famosos de la tele anuncien un producto que así aumentará sus ventas, pero en realidad la gente compra lo que le da la gana con que da igual lo que anuncien. Consciente de la capacidad de modelado del medio televisivo, el Estado legisla qué se puede hacer en la tele y qué no, qué se puede emitir y qué no, qué horas son adecuadas mostrar algunas cosas, pero recordando siempre que, bueno, tampoco hay que creerse esto del todo.

Por eso, un año más, en “Supervivientes” nadie bebe alcohol ni, muchísimo menos, fuma. Podemos ver en la tele cómo les hacen mil perrerías a los participantes, siempre que nadie beba ni fume. La ley no lo permite. Podemos disfrutar del espectáculo de ver a Isabel Pantoja aguantando lo que le echen para ganar su dinerito, pero no saldrá bebiendo o fumando en una prueba de “Supervivientes” por el mismo motivo por el que su Paquirrín no se metió nunca nada en directo en ningún programa de Telecinco: está prohibido por ley. Esto está bien por dos motivos: primero, protege su salud, y, segundo, protege la nuestra. Pero, ya lo habíamos dicho, tampoco hay que ser más papista que el papa. Tanta protección es tontería.

Por eso es tan requetedivertido ver en “Supervivientes” a los participantes sufrir al tirarse del helicóptero a ver si alguno se descalabra, mirar cómo hacen pruebas estúpidas en las que lo pasan fatal y alguien puede salir malparado, verlos someterse a una dieta de locos que cualquier nutricionista etiquetaría de dañina y peligrosa, verlos exponerse al sol contra todas las indicaciones de los dermatólogos. ¿Que esto es una irresponsabilidad que atenta contra su salud y la de millones de telespectadores que pueden imitar lo que ven? Bueno, tampoco nos volvamos locos. Pensemos lo divertido que es ver a Carlos Lozano flaco como un faquir y a la Pantoja negra como un tizón. Lástima que no puedan hacerles beber, con la risa que dan los borrachos.

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