Permítanme que insista: “Masterchef” no tiene ni pies ni cabeza. Es absurdo ¿Me quiere explicar por qué lo ve usted, sí, usted, el que se queda los martes hasta la una de la mañana? ¡Pero si no sabe qué tal han cocinado los concursantes! ¡sólo puede fiarse de la opinión que dan Jordi Cruz, Samantha Vallejo-Nájera y Pepe Rodríguez…! Los espectadores no pueden probar los platos. ¿Se imaginan que en “La voz” los espectadores no pudieran oír cantar a los concursantes y sólo pudieran oír lo que opinan los coaches (próximamente en esta columna… “¿Es ‘coach’ la palabra más espantosa de la historia de la televisión?”)? ¿Tendría algún sentido “Maestros de la costura” si sus seguidores no pudieran ver las prendas confeccionadas por los aprendices, y sólo pudieran ver las caras que Palomo Spain, María Escoté y Lorenzo Caprile ponen al verlas? El canto se oye, la ropa se ve…
… y la comida se degusta. Oído, vista y gusto. No existen talent shows basados en el tacto (¿qué tal “Masajechef”?) o el olfato (¿a que sería absurdo “Maestros del perfume”?). El motivo no es un sofisticado secreto: teniendo en cuenta los cinco sentidos del ser humano, la televisión por el momento sólo es capaz de transmitir contenidos relacionados con la vista y el oído. De cajón. No con el tacto, no con el olfato. ¡Y no con el gusto! Por eso, en los concursos gastronómicos de los pueblos la gente prueba las tortillas de patatas de los participantes.
Recientemente Antena 3 ha estrenado “Maestros de la reforma”. Como se imaginan, el programa tiene un interés parecido al de una lectura minuciosa de la guía telefónica. Pero, al menos, no viola las más elementales leyes de la lógica televisiva. Nuestros medios públicos lo hacen. Y hemos tenido suerte de que, en un arranque de sensatez, hayan decidido emitir “Maestros de la costura” por La 1. Tengo entendido que algún elevado responsable de programación en RTVE quería emitir el talent show sobre el mundo de la costura por la radio.
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