Nuestro
sistema educativo pretende muchos y grandiosos objetivos. Nadie incluiría entre
ellos algo tan tontorrón como conseguir que la ciudadanía sepa cuáles son los
cinco continentes. Hasta ahora. Que nuestros niños sepan la lista de continentes
es ahora fundamental para que el día de mañana no acaben convertidos en
personajes risibles, en contramodelos sociales, en animales enjaulados en manos
de un jefe de pista que los utiliza en su sucio negocio. O sea, hay que saber
los continentes para no acabar siendo una oveja más en el rebaño de Telecinco.
El otro día, en
una de esas pruebas ridículas con que intentan animar el cotarro en
“Supervivientes”, hicieron a los concursantes varias preguntas de cultura
general. Ya se sabe que a los espectadores habituales de estos ‘realities’ les encanta sentirse
superiores a los personajes que por allí pululan, así que las preguntas son
siempre muy sencillas para abaratar y universalizar la burla en cuanto alguien
falla. Lo que no tienen en cuenta son los enormes daños sociales que causan con
esta estrategia. Las tres concursantes que se enfrentaron a que Lara Álvarez les preguntara con aviesa
intención“¿Cuáles son los cinco
continentes?” dieron estas tres respuestas: “Oceanía”, “Europeo” y “No se” (así, sin tilde).
Y ahora los
maestros tienen que enfrentarse al desastre. Deben dejar de lado otros
objetivos estupendos del sistema educativo para arreglar esto. Es urgente. Que
manden sus programaciones a freír churros y dediquen lo que queda de curso a
conseguir que los niños españoles sepan los continentes. Una sociedad moderna y
justa no puede permitir que fracase el ascensor social que es la educación
universal, pública y gratuita. Nuestros niños deben estar capacitados para enfrentarse
a un futuro laboral provechoso en el que no tengan como única salida para
ganarse la vida ser concursantes de “Supervivientes”. Y de la Antártida, ya ni
hablamos.
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