31/5/19

VÍDEO SEXUAL


Fran Rivera ha sido malinterpretado. Analizando en “Espejo público” el delito y la bajeza que supone la difusión de vídeos de naturaleza sexual sin el consentimiento de la persona grabada, él solo hizo —así, de pasada— un comentario inocente: “Los hombres, y soy hombre y lo digo, no somos capaces de tener un vídeo así y no enseñarlo”.

Le critican porque le malinterpretan. Él solo dice que las mujeres deben hacer lo que él aconseja a su hija mayor: no mandes vídeos de ese tipo. Y tiene razón. Primero, es evidente que este un problema afecta solo a las mujeres, porque los hombres no pueden ser acosados ni chantajeados ni nada con vídeos así. Segundo, salta a la vista que son las mujeres quienes tienen la solución, porque son ellas las que no deben hacer los vídeos, y si sale algún hombre eso no cuenta. Y tercero, es de cajón que un hombre que se precie de serlo funciona por un atávico mecanismo de estímulo-respuesta inquebrantable, así que será asqueroso, sabandija, delincuente y lo que se quiera, pero nunca responsable de sus actos: ser un macho es eso, está en su naturaleza —como en la del toro está embestir y en la de quienes viven entre tópicos trasnochados está repetir tópicos trasnochados para que la siguiente generación pueda volver a perpetuarlos—.

Es gracias a Susanna Griso que sabemos que Rivera fue malinterpretado: “La gente opina sin escuchar y sin ver el contexto de toda la conversación”. Y en el contexto se la ve a ella dándole la razón, evitando sus comentarios sobre los hombres, fijándose solo en que las mujeres deben protegerse. Vale, Griso, pero si quieres un “Espejo público” folclórico, rancio y vomitivo, deberías dejarte de medias tintas y contratar colaboradores que aborden el problema de las violaciones con el consejo de no ir por ahí provocando, el de la violencia de género con el consejo de obedecer a la primera para que él no se enfade, y el del ascenso del yihadismo vistiendo burka para no desatar las iras de los fundamentalistas tarados que ni son capaces de ir más allá de su entrepierna, ni son capaces de tener un vídeo así y no enseñarlo.

30/5/19

EL CONSEJITO DE ÍKER


Decía Galileo que el libro del universo está abierto ante nosotros, pero está escrito en lengua matemática: “Los caracteres son triángulos, círculos y otras figuras geométricas sin los cuales es humanamente imposible entender una palabra; sin ellos se deambula en vano por un laberinto oscuro”. Pero hay quien prefiere la oscuridad, las imágenes borrosas, los testimonios imprecisos, la literatura fantástica: nunca ningún descubrimiento, ningún hallazgo, nada concluyente. Y así llegamos a “Cuarto Milenio”, esa nave del misterio que Íker Jimenez aparca encima del trabajo que miles de profes realizan cada día en clase. Eso es “Cuarto Milenio”, un espacio de pamplinas en el que sobran efectos especiales y faltan matemáticas. O eso era.

Lograda ya la transformación de las ciencias de la naturaleza en ciencias de los espíritus, ahora además vaga como un fantasma por las ciencias humanas dando mucha penica. Es como un electroduende, que nadie le comprende. Si le va bien en su nueva pose de pupas que aconseja a los demás con el aplomo de quien no teme inmiscuirse en ningún campo de conocimiento sobre el que no posee cualificación, podrá ampliar su actual negocio de exposiciones itinerantes repletas de falsificaciones y venta por correo de atrezo de chichinabo. Qué mieditis.

El pasado domingo, aconsejó a los jóvenes que tomen sus decisiones sin escuchar ni tener en cuenta lo que digan sus padres, amigos, profesores o compañeros de trabajo, a los que despachó sin valorar si lo que decían era o no sensato y razonable porque, según él, hacen ‘bulliyng’. Ya ven qué fácil es apuntalar el individualismo estúpido del “A quién le importa lo que yo hago”, olvidar que si algo sabemos desde tiempos de la Grecia clásica es que somos animales sociales, constatar que eres un papanatas que prefiere los anglicismos innecesarios en vez de hablar español —“leches”, que diría Íñigo —, y demostrar que, encima, ni siquiera sabes de qué hablas. Así es, no te enfades, Íker, la crítica no es ‘bulliyng’, porque ni es acoso ni es escolar; igual que tampoco lo es un atentado, una paliza o una violación. ¿De verdad cuesta tanto entenderlo?

29/5/19

CANAL XIII


El interesante documental “El Papa Luna” (La 2) no solo analiza con rigor la vida y el legado del papa Benedicto XIII, que pasó a la historia como el “Papa Luna”, sino que reflexiona sobre un asunto en apariencia tan banal como qué hacer con el cráneo del tozudo papa aragonés, custodiado en el Museo de Zaragoza. ¿Debería exhibirse el cráneo de Pedro Martínez de Luna, el Papa Luna, del mismo modo que se exhibe el cráneo de René Descartes en el Museo del Hombre de París o los cráneos de tantos y tantos santos? Y si es así, ¿dónde? ¿En Illueca, su ciudad natal? ¿En la ciudad francesa de Aviñón, en cuya obediencia fue papa antes de ser declarado antipapa? ¿En Peñíscola, la ciudad en la que Benedicto XIII tuvo su sede pontificia? En “Los huesos de Descartes”, un fascinante ensayo en el que Russell Shorto utiliza los huesos del filósofo para hablar de fe y razón, nos enteramos de las razones y sinrazones que se esconden tras las increíbles aventuras de los restos mortales del filósofo racionalista francés. En “El papa Luna”, los espectadores asistimos asombrados a las sinrazones y razones que acompañan la increíble aventura del cráneo de Benedicto XIII. Descartes ha pasado a la cultura popular como el hombre que dijo “pienso, luego existo”. Benedicto XIII también es parte de la cultura popular no por haber dicho “no renuncio al papado, luego existo” (aunque  perfectamente podría haberlo dicho), sino por la expresión “mantenerse en sus trece”.

Cuando decimos que alguien “se mantiene en sus trece” estamos recordando la tozuda negativa de Benedicto XIII a renunciar a su condición de papa legítimo. El Papa Luna “siguió en sus trece” hasta su muerte (y más allá), y podemos pensar que Trece, el canal de televisión propiedad de la Conferencia Episcopal Española, homenajea a Benedicto XIII porque la esencia de Trece es, precisamente, mantenerse en sus trece. Como el Papa Luna, Trece se niega con tozudez papal a reconocer que los hechos no coinciden con su línea editorial ni, mucho menos, con las ensoñaciones de sus tertulianos. Benedicto XIII murió creyéndose papa y Trece vive creyéndose la cadena de Dios. El mejor homenaje al Papa Luna no sería exponer su cráneo en un museo, sino que Trece pasara a llamarse XIII. Justicia poética.

28/5/19

LUCHA DE GIGANTES


Hay famosos que pueden permitirse el lujo, la excentricidad o el placer de autoinvitarse a los programas televisivos que les apetezcan sin que parezca que están mendigando un minuto más de gloria o un cero más a la derecha en su cuenta corriente. Piqué, por ejemplo. Una palabra en Twitter de Piqué bastó para que fuera invitado a participar en “La resistencia” y para que el futbolista del Barça pudiera demostrar, una vez más, que es el mejor molestando a más gente con menos esfuerzo. Pero también hay programas televisivos que pueden permitirse el lujo, la excentricidad o el placer de invitar a los famosos que les apetezcan sin que parezca que están mendigando un minuto más de atención en las redes sociales o una décima más de audiencia. Por ejemplo, “Big Bang”.

Sabíamos que cuando Sheldon Cooper y compañía ya no estuvieran con nosotros, les echaríamos mucho de menos. Pero también echaremos de menos la facilidad con que los guionistas de “Big Bang” integraban en los capítulos de la serie a grandes héroes de la cultura popular como Stephen Hawking, Stan Lee, Adam West, Buzz Aldrin, George Smoot, James Earl Jones, Neil DeGrasse Tyson, Brent Spiner, Kevin Smith, Kareem Abdul-Jabbar, William Shatner, Mark Hamill… ¿Notan algo raro en esta maravillosa lista de actores, dibujantes, científicos y deportistas? En efecto, no hay ninguna mujer. En esa lista también podemos incluir a Kate Bates, Carrie Fisher o Sumer Glau, aunque no una mujer ganadora del premio Nobel de Física, una enorme divulgadora científica, una leyenda del baloncesto, una creadora de personajes de cómic o una astronauta. Queda un largo camino hasta que podamos ver a una mujer ocupando el despacho oval de la Casa Blanca, y un camino muchísimo más largo hasta que una mujer tan grosera e ignorante como Donald Trump pueda aspirar a la presidencia de los Estados Unidos. Pero, también, hay un largo camino hasta que una futbolista del Barça pueda autoinvitarse en “La resistencia” y hasta que mujeres ganadoras del Premio Nobel de Física o mujeres divulgadoras científicas puedan aparecer en una serie como “Big Bang” con la naturalidad de un Smoot o un DeGrasse Tyson.

Y, con todo, en la lista de héroes y heroínas de la cultura popular que aparecen en “Big Bang” faltan Homer y Marge Simpson. ¿No habría sido maravilloso que en el último capítulo de “Big Bang” viéramos a Homer sentado en el sofá ocupando el sitio de Sheldon? Lucha de gigantes.

27/5/19

LA FUSIÓN DEFINITIVA

La gran aportación de “Chernobyl” (HBO) es la creación de un nuevo género de series nunca antes visto en televisión: el terror basado en hechos reales. Hasta ahora, las series “basadas en hechos reales” siempre habían pertenecido a otras categorías: la más frecuente, el drama (“Los Tudor”, “The Crown”, “Feud: Bette and Joan”), pero también el biopic (“John Adams”), el costumbrismo romántico (“Victoria”) o, incluso, el thriller policíaco (todos los “Narcos”). Y las series de género de terror (“American Horror Story”, “The walking dead”, “Hannibal”) eran siempre el resultado de lo que dejaban a la vista las resacas más sórdidas de la mente de los guionistas. Pero ambas condiciones nunca se habían cruzado: hasta “Chernobyl”.

Y el gran hallazgo de Craig Mazin, el creador de la serie, es que el terror y la realidad se potencian mutuamente. El horror de ver a los bomberos que acudieron la primera noche desangrándose entre llagas pocas horas después multiplica por mil el horror que provoca el zombie renacido más descuartizado de “The walking dead”. La maldad de los funcionarios soviéticos que minimizaron inicialmente la fusión del núcleo convierte a Hannibal Lecter en alguien canonizable. ¿Quieren pasar miedo, pero miedo miedo de verdad, no esos pellizcos de terror de monja adolescente que nos presentan en “American Horror Story”? Pues sepan que durante cuarenta y ocho horas se dio por seguro que la onda radioactiva mataría a toda la población de Ucrania y Bielorrusia, dejando esos territorios totalmente inhabitables durante más de cien años. Las malformaciones, los cánceres, la contaminación de las aguas, asolarían Letonia, Lituania, Polonia, Checoslovaquia y la mayor parte de la República Democrática de Alemania.

"Nos enfrentamos a algo que nunca ha pasado en el planeta". Chernóbil cambió la historia de la humanidad y “Chernobyl” cambiará la historia de la televisión. No pueden perderse la serie más importante del momento. Es fundamental comprender que la realidad y el terror forman la fusión definitiva.

26/5/19

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25/5/19

VOX CONTRA LAS FEMINISTAS FEAS


Ya tuvimos debate electoral en nuestra tele pública con presencia de Vox y no fue para tanto. Es oficial: hemos superado la controversia que suscitaba darle voz en la tele antes de las Elecciones Generales. En Vox dicen que la culpa de todo la tiene laSexta, que es más mala que Yoko Ono, pero los datos no encajan. La Junta Electoral Central no permitió su presencia en los debates de TVE ni de Antena 3. Buenafuente se enfrentó en su “Late motiv” de 0# al dilema como Hamlet: “Hablar o no hablar de Vox, he aquí la cuestión”. Y en laSexta, esta vez sí, Jordi Évole reflexionaba así: “Es la 1ª vez que hablo de Vox en ‘Salvados’. No lo había hecho antes y de hecho hubo alguna discusión interna en el programa, y dijimos: ‘Hasta que no tengan representación, no vamos a hablar de Vox’. Incluso ahora tengo dudas de hacer este programa”. Pero es que su interlocutor, el campeón de la COPE Carlos Herrera, le adelantó por la izquierda: “También depende de cómo hablemos de Vox”. A lo mejor no es laSexta, a lo mejor es un contubernio judeomasónico mundial de todos contra ellos.

Esta semana, por ejemplo, Ana Rosa Quintana se puso torera en Telecinco con estas declaraciones de Jorge Buxadé, candidato de Vox a las elecciones europeas: “A nuestra princesa de la infancia, que era Cenicienta, la maltrataban su madrastra y sus hermanastras, que son todas esas feministas feas que les dicen a las mujeres españolas lo que tienen que hacer”. Pues solo por eso Ana Rosa se enfadó, dijo que ofendía e insultaba a las feministas de una forma absurda, y disparó a dar: “Yo le encuentro a él horroroso”. Y, en laSexta, Wyoming le ridiculizó rehaciendo el cuento de Cenicienta de forma que era una pobre militante de Vox “maltratada por su madrastra y sus hermanastras, unas malvadas y horribles feministas”.

Sí parece que hay ojeriza contra Vox. Buxadé no insulta a las feministas, sino a quienes dicen a las mujeres españolas lo que tienen que hacer. Y si alguien lleva siglos diciéndoles lo que está bien y mal, lo que es pecado y virtud, lo obligatorio y lo prohibido, es sin duda la Santa Madre Iglesia. Lo que ya no sé es por qué llama a sus miembros “feministas feas”.

24/5/19

PUNSET, EL GRANDE


Ha muerto Eduard Punset y no es el momento de hacer chistes. Ha desaparecido quien durante casi veinte años dirigió y presentó “Redes” en TVE, menos bromitas. Nos ha dejado una figura que tiene en su haber el inmenso mérito de haber convencido a TVE de que en su parrilla ‑aunque fuera en La 2, y aunque fuera a las tantas‑ debía haber un programa sobre ciencia no como algo excepcional, sino de forma habitual y con una garantía de continuidad, así que sobra el pitorreo. Nos hemos quedado sin el gran personaje mediático que sustituyó nada menos que a Félix Rodríguez de la Fuente como referente e imagen de la ciencia en la tele española. Creo que se merece un respeto.

Por eso me parece imperdonable esa unanimidad apabullante señalando que con Punset hemos perdido al mejor y más grande divulgador científico de la historia reciente de nuestra televisión, al frente del más longevo y mejor programa de divulgación científica que hemos tenido. Pero, por favor, claro que es así, no queda otra. Lo es porque durante años fue el único y tras su marcha TVE dejó el puesto vacante. Lo es porque durante lustros no hubo otro y a ningún otro le dio TVE la oportunidad de relevarle. Lo es porque durante décadas no tuvo competencia y al marchar no tuvo sustituto. Qué falta de tacto recurrir a este elogio envenenado. ¡El mejor! Pues claro. ¡El más grande! Por supuesto, no te fastidia.

En TVE deberían ponerse colorados viendo estas perversas aclamaciones a Punset. Cuanto antes TVE debería incluir en su parrilla programas de divulgación con vocación de continuidad al frente de diferentes divulgadores con perfiles variados para que esto no vuelva a ocurrir. La existencia de conjuntos formados por un único miembro es peligrosa porque puede acabar en pitorreo. El Vaticano ya lo ha solucionado y nuestro reino también. Cuando llegue el fatídico día, nadie podrá pitorrearse diciendo que ha muerto el mejor y más grande papa que hay, ni que ha fallecido el mejor y más grande rey que tenemos. Es lo bueno de que haya dos.

23/5/19

RUIDO DEPORTIVO


En el partido de baloncesto CSKA-Real Madrid (Final a Cuatro de la Euroliga), un chirrido en la megafonía mientras Nando de Colo lanzaba un tiro libre (que no entró) hizo que el árbitro ordenara repetir el lanzamiento. En el segundo intento, De Colo encestó. Esta jugada fue muy importante en un partido que terminó ganando, de forma inesperada, el CSKA, pero aquí vamos a reflexionar sobre los chirridos, gritos, bocinazos y ruidos varios en el deporte. Un jugador de baloncesto soporta mucho ruido cuando lanza un tiro libre, pero a nadie (ni muchos menos a los árbitros) se le ocurre pedir silencio al público para no molestar al lanzador. Un futbolista que está en el punto de penalti sabe que la afición contraria va a hacer todo el ruido posible, un jugador de balonmano está acostumbrado a aguantar mucha presión desde la grada, no hay ninguna regla contra el ruido en el hockey y de la Fórmula 1, claro, ni hablamos. Sin embargo, el ruido es tabú y una falta imperdonable de educación en el tenis o en el ajedrez. ¿Por qué? ¿Cuál es la razón de que Nadal exija silencio absoluto cuando está a punto de hacer un saque, pero Messi tiene que cargar con todo el peso del Bernabéu antes de lanzar un penalti? ¿Por qué el ajedrecista Magnus Carlsen disfruta del silencio mientras trabaja, pero en el sueldo de De Colo está incluido tener que hacer oídos sordos ante el ruido de los pabellones, salvo que se trate de un chirrido de la megafonía? ¿Hay deportes con ruido y deportes sin ruido? ¿Messi tiene que pensar cómo tirar un penalti con ruido pero Carlsen necesita silencio para pensar su siguiente movimiento?

Dicen que el filósofo Aristipo de Cirene tenía una naturaleza tan delicada que juzgaba lo verdadero por el tacto. Parece que algunos deportistas tienen también una naturaleza tan delicada que juzgan lo verdadero por el oído. Me sorprende la cara de malotes que ponen los tenistas cuando un espectador no se comporta antes de un saque como si estuviera en la ópera. ¿Qué tiene el saque en el tenis que no tenga un penalti en el fútbol? ¿Se imaginan una final del campeonato del mundo de ajedrez en el ruidosísimo  Pabellón de la Paz y la Amistad del Pireo, en Atenas? ¿Y una minifinal de la Liga de Campeones en el Teatro de la Ópera de Viena? A Carlsen se le atragantarían sus sacrificios posicionales, pero Messi no podría acostumbrarse al sonido del silencio. El ruido deportivo es cultural.

22/5/19

BUENAS NOCHES, BUENOS DÍAS Y BUENAS TARDES


Este artículo no destripará ninguna parte importante, irrelevante o mediopensionista de la serie “Juego de tronos”. Eso sí, destripo mi alma ante la comunidad televisiva y confieso que estoy tan harto del fundamentalismo de los juegotronistas, de sus enfados ante los giros argumentales de la serie y de su ley del silencio cuando surge el nombre de Jon Nieve como de los que emplean la muletilla “los que quieren romper España” con cualquier excusa, incluida la posibilidad de que el Barça gane de nuevo la Copa del Rey. “Juego de tronos” ya es historia de la televisión. ¿Y saben qué pasará a partir de ahora? Nada. 

“Juego de tronos” es una serie de televisión, y todos nos hemos divertido con los dragones, las mazmorras, las despiadadas luchas por el poder y un puñado de personajes fascinantes. Y ya está. ¿Recuerdan el final de la película “El show de Truman? Cuando Truman Burbank (un estupendo Jim Carrey) está a punto de abandonar ese plató platónico en el que siempre ha vivido y los espectadores del programa contienen la respiración mientras esperan su decisión, Truman dice su gran frase (“Y por si no volvemos a vernos, buenos días, buenas tardes y buenas noches”), hace una reverencia y atraviesa la puerta que le conducirá al mundo real. Los espectadores se alegran, los ejecutivos de la cadena ordenan el corte de la emisión y enseguida la audiencia busca otro programa que ver. A muchos juegotronistas les falta humildad. Pasara lo que pasara en el último capítulo, los ejecutivos de la HBO ya están buscando nuevos programas que ofrecer a la audiencia, y esa misma audiencia que contuvo la respiración en el último capítulo de “Juego de tonos” es probable que ya esté respirando el aire de una nueva ficción mientras come un trozo de pizza. Habría sido estupendo que Jon, Arya, Tyrion o Sansa hubieran salido del último capítulo de “Juego de tronos” con una reverencia y el deseo de buenas noches (para los que trasnocharon y vieron el último capítulo en la madrugada), buenos días (para los que madrugaron y lo vieron antes de ir a trabajar) y buenas tardes (para los que dedicaron la tarde a ver el último capítulo de la serie después de esquivar todos los intentos de destripe). Porque, en el fondo, no es más que eso. Buenas noches, buenos días, buenas tardes, una reverencia a la audiencia y hasta siempre. No es poco.

Se acabó “Juego de tronos”. ¿Qué pasará con Sheldon Cooper y compañía?

21/5/19

PHOEBE DAENERYS PÉREZ FERNÁNDEZ

Según los últimos registros del Instituto Nacional de Estadística, en España existen cincuenta y siete niñas que se llaman Daenerys, como la dicharachera mamá de dragones de “Juego de Tronos”. Ya podemos anunciarlo oficialmente: las series de televisión han sustituido al santoral. Si antes la autoridad miraba en el registro de canonizados por la Santa Madre Iglesia antes de aprobar el nombre que se proponía para el recién nacido, ahora buscará en Rotten Tomatoes o iMDB. Netflix is the new Vatican. La maestra pasará lista en clase mirando por encima de sus gafas de presbicia: “¿Homer García?”, “Presente”, “¿Doctor House de Rosadecans i Mirabó-Puig?”, “Presente”, “¿Chandler Aguirretorrenagoitia?”, y un retaquín de cuatro años que jamás habrá visto un capítulo de “Friends” dirá “Presente”.

Y no sólo se nutrirá el nuevo santoral de series anglosajonas. Se avecina la nueva temporada de “La casa de papel”, así que podemos predecir que de aquí en un par de años tendremos nuevos españoles llamados Tokio del Pozo, Elprofesor Rodríguez-Puértolas o Berlín Suárez. Si nunca nos ha chocado que David Bisbal se llame David a pesar de que nunca peleó contra Goliath ni pretendiera levantar un templo en Jerusalén, ¿por qué nos habría de extrañar que un futuro cantante se llame Sheldon Bisbal, a pesar de no tener terminado el Bachillerato ni exigir ir al cine siempre con alguien que conozca la maniobra Heimlich por si se atraganta con las palomitas?

El pasado día 19 se emitió el último capítulo de “Juego de Tronos”, por lo que se puede considerar oficialmente a tal fecha como el natalicio de Daenerys. Iremos llenando el año con efemérides de series hasta completar el calendario. Quizá podamos conjugar la tradición y la modernidad: “¿cómo te llamas, bonita?”, “Phoebe Daenerys. Phoebe por mamá y Daenerys porque nací el 19 de mayo”, “¿Phoebe Daenerys Pérez Fernández?”, “Presente”.

20/5/19

OTROS TRES BORRADORES DE COLUMNAS SOBRE EUROVISIÓN


I. “Pues era un vecino muy amable. Saludaba en el ascensor, me acuerdo. En las reuniones de la comunidad nunca daba problemas. Nunca le oímos decir una palabra más alta que otra. Nos hemos quedado en el bloque alucinados cuando saltó la noticia. Ay, madre. Todavía ayer me crucé con él en el portal, que llevaba unas bolsas del Día. Lo hemos visto en la tele y no lo podemos creer. Pensar que alguien así estuvo al lado de nuestros hijos durante tanto tiempo… ¿Quién podría imaginarlo? ¿Cómo hubiéramos podido sospechar que era un eurofán?”

II. Siempre es un momento muy excitante para las ciencias paleontológicas el descubrimiento de nuevas especies de homínidos, muy especialmente si esos nuevos ejemplares corresponden a especies que aún están vivas. Mientras los especialistas discuten la clasificación del homo luzonensis hallado en Filipinas hace pocos meses, un nuevo hallazgo, este mismo fin de semana, en la ribera sudoriental del mar Mediterráneo ha despertado el entusiasmo de los paleontólogos. Se cree que estamos ante una especie que se separó del tronco homínido común a partir del homo erectus, que comparte algunas características con el homo sapiens -ausencia de arco supraorbital, pulgar oponible, uñas planas-, al tiempo que presenta otras novedosas dentro del orden primate -penachos capilares multicolores, dimorfismo sexual cruzado, emisiones vocales aberrantes-. Como es habitual, la nueva especie se ha denominado aludiendo al ecosistema en donde fue encontrada. Estamos ante el homo eurovisiensis.

III. La UE habrá alcanzado sus últimos objetivos cuando la composición de la Eurocámara se decida en el Festival de Eurovisión. Josep Borrell y Dolors Montserrat debatirán cantando. Y durante la noche electoral el ministro del Interior comparecerá con traje de noche ante un croma con la Puerta del Sol, diciendo cosas como “Partido Obrero Socialista Español, huit points; Partido Obrero Socialista Español, eight points”. España quedará la cuarta por la cola y se mostrará muy orgullosa de su participación.

19/5/19

TELEBASURA DE MIERDA


Una sola persona acabó con un programa de la televisión matinal británica. El espacio triunfaba desde hace 14 años y era muy rentable para la ITV, pero un solo tipo se las apañó para que, primero, suspendieran indefinidamente tanto sus grabaciones como su emisión; y, segundo, lo cancelaran definitivamente. No hizo falta que recogiera firmas, organizara un boicot de espectadores o le pusiera una demanda millonaria en un juzgado; solo acudió un día a grabar al plató, y unos días después lo encontraron muerto tras lo que parece haber sido un suicidio.

Steven Dymond tenía 62 años y problemas de depresión. Hace dos semanas, para convencer a su pareja de que no le era infiel, se sometió al detector de mentiras de “The Jeremy Kyle Show”, un programa de telebasura que igual te fríe un test de paternidad que te cose una prueba de abuso de drogas con público en el plató y todo el país juzgándote desde casa. Con la mujer presente, el polígrafo dictaminó que Dymond mentía. La relación se rompió, él quedó destrozado y ahora está muerto. Nadie verá por la tele su derrota porque la emisión se anuló, el espacio se canceló, y, por si acaso, también retiraron todas las entregas anteriores de su catálogo online.

En España esas cosas no pasan. Aquí, esa telebasura no se hace. La costumbre de hacer televisión explotando el morbo, el escándalo, el sensacionalismo y la humillación de personas anónimas que acuden a la tele medio engañadas ha ido desapareciendo en los últimos años. A Telecinco, a Mediaset en general, no le gusta recurrir a desconocidos cuando quiere picar carne, que es casi a todas horas. Ha superado esa bárbara etapa de caza cruel y ha optado por algo más civilizado: disponer de su propia ganadería, un rebaño de fieles dispuestos a todo que entran y salen de la sala de despiece según demanda. El ultraprocesado que sirven a su audiencia es telebasura de primera calidad, con una perfecta trazabilidad, no como en otros sitios que emiten una telebasura de mierda.

18/5/19

SONRÍE, ESTÁS MUERTO


Le pasa a cualquier producto de consumo en un mercado saturado: conseguir destacar y hacerse visible no es tarea fácil. Hace unas semanas lo consiguió el programa de investigación de Cuatro “En el punto de mira”. El Estado marroquí le hizo el inmenso favor de denunciar que la entrega sobre el tráfico de medicamentos entre Marruecos y España era un montaje lleno de mentiras con testimonios amañados. O sea, ojo con “En el punto de mira”, que pone el dedo en la llaga.

Alberto Chicote también tuvo esa suerte el año pasado cuando estrenó “¿Te lo vas a comer?” en laSexta. La cadena eligió como primera entrega la mejor de todas. No solo era la más controvertida porque trataba de la comida en los asilos, sino la más impactante porque la directora de uno de ellos le hizo, durante la grabación del programa, el gran favor de ponerse en evidencia haciéndole una cacerolada para que dejara de husmear donde no debía. “¡Chicote fuera ya, no te queremos más!” era un regalo. La carambola que no podían soñar es que unos espectadores denunciaran que la directora llevaba un collar robado a su madre que había muerto en su residencia: la mujer, tan cortante durante la grabación, tuvo que doblar la cerviz dimitiendo.

El miércoles, laSexta estrenó una nueva temporada de “¿Te lo vas a comer?”. Una bomba como la del año pasado era difícil de repetir, pero sí han comenzado, como entonces, con la mejor entrega de la tanda, dedicada esta vez a la alimentación en los colegios de educación especial. Otra vez nos ha dejado boquiabiertos. Dos momentos garantizaron que la emisión no pasara desapercibida. El primero, la emocionante entrevista a un abuelo que, vista la comida que daban a su nieta, había optado por llevársela cada día preparada de casa. Y el segundo, el mejor, en el que Chicote sorprende a Ovidio Rodeiro, delegado de Gobierno de la Xunta de Galicia en La Coruña, sonriendo mientras le enseña el problema y las quejas de las familias. Una sonrisa tan delatora como aquella mueca de Juan Cotino cuando Jordi Évole le preguntó en “Salvados” por los muertos en el accidente del metro de Valencia. Hay sonrisas que te dan el trabajo hecho.

17/5/19

NADA HAY MÁS CRUEL QUE UN NIÑO


Me niego a aceptar que la enfermedad dé altura moral ni profundidad intelectual. Me niego a confundir el reconocimiento y la empatía que le debemos a quien tenga la mala suerte de sufrir graves problemas de salud con una benevolencia condescendiente que nos haga ver una aureola de sabiduría en sus palabras. El otro día “El hormiguero” ofreció una entrevista al escritor Albert Espinosa, una retahíla de la peor cursilería nacida del más dañino pensamiento Mr. Wonderful. Espinosa sufrió varios cánceres en su juventud que le dejaron importantes secuelas. Y eso hace que lo que hubiera abochornado a cualquiera lleve a Pablo Motos al éxtasis místico.

Las personas pueden tener buena salud y decir cosas sensatas, buena salud y decir tonterías, mala salud y decir cosas sensatas, y mala salud y decir tonterías. La frase “si se puede vivir con una sonrisa, ¿por qué vivir sin esa sonrisa?” es una bobada hueca, la diga un atleta o un niño enfermo. Oír “en la vida todo es posible; si crees en los sueños ellos se crearán, porque el creer y el crear están sólo a una letra de distancia” da vergüenza ajena incluso en una canción de Fito y Fitipaldis. La frase “en esta vida nunca hay que tirar la toalla, y para eso lo mejor es no tener toalla” no tiene ni pies ni cabeza al margen de los cánceres que haya sufrido quien la pronuncie.

A muchos les parecerá que esta columna es cruel. Y se equivocarán. Es profundamente compasiva hacia el sufrimiento humano y está profundamente indignada ante su barata explotación comercial por parte de la industria del entretenimiento. La crueldad, como es frecuente, está precisamente en el otro lado, donde no lo parece: en confundir la ternura con la mentira, en la autocomplacencia facilona, en ese ejercicio mezquino de meter la puntita de un dedo en el horror de la vida, sacarla antes de que duela y repantigarse el resto de la noche en el sofá convencidos de haber cumplido ya con la buena acción del día. Resumiendo: nada hay más cruel que un niño. Y nada más incómodo que escribir columnas como ésta.

16/5/19

"MASTERCHEF", POR LA RADIO


Permítanme que insista: “Masterchef” no tiene ni pies ni cabeza. Es absurdo ¿Me quiere explicar por qué lo ve usted, sí, usted, el que se queda los martes hasta la una de la mañana? ¡Pero si no sabe qué tal han cocinado los concursantes! ¡sólo puede fiarse de la opinión que dan Jordi Cruz, Samantha Vallejo-Nájera y Pepe Rodríguez…! Los espectadores no pueden probar los platos. ¿Se imaginan que en “La voz” los espectadores no pudieran oír cantar a los concursantes y sólo pudieran oír lo que opinan los coaches (próximamente en esta columna… “¿Es ‘coach’ la palabra más espantosa de la historia de la televisión?”)? ¿Tendría algún sentido “Maestros de la costura” si sus seguidores no pudieran ver las prendas confeccionadas por los aprendices, y sólo pudieran ver las caras que Palomo Spain, María Escoté y Lorenzo Caprile ponen al verlas? El canto se oye, la ropa se ve…

… y la comida se degusta. Oído, vista y gusto. No existen talent shows basados en el tacto (¿qué tal “Masajechef”?) o el olfato (¿a que sería absurdo “Maestros del perfume”?). El motivo no es un sofisticado secreto: teniendo en cuenta los cinco sentidos del ser humano, la televisión por el momento sólo es capaz de transmitir contenidos relacionados con la vista y el oído. De cajón. No con el tacto, no con el olfato. ¡Y no con el gusto! Por eso, en los concursos gastronómicos de los pueblos la gente prueba las tortillas de patatas de los participantes. 

Recientemente Antena 3 ha estrenado “Maestros de la reforma”. Como se imaginan, el programa tiene un interés parecido al de una lectura minuciosa de la guía telefónica. Pero, al menos, no viola las más elementales leyes de la lógica televisiva. Nuestros medios públicos lo hacen. Y hemos tenido suerte de que, en un arranque de sensatez, hayan decidido emitir “Maestros de la costura” por La 1. Tengo entendido que algún elevado responsable de programación en RTVE quería emitir el talent show sobre el mundo de la costura por la radio.

15/5/19

CONAN Y LA SAL


La película “Sodoma y Gomorra” propone una interesante interpretación de por qué la mujer de Lot se dio la vuelta para mirar la destrucción de Sodoma, desobedeciendo el mandato de Dios. Se podría decir que a Ildith, mujer atea, la mató la curiosidad, pero Ildith es una mártir del ateísmo: no mira hacia atrás por curiosidad, sino que lo hace porque se resiste a seguir caminando sin volver la cabeza en cumplimiento de un mandato de un Dios en el que no puede creer. Ildith vuelve la cabeza porque Dios no existe, y por eso termina convertida en estatua de sal. ¿Y Orfeo? ¿Por qué Orfeo, que descendió al Hades en busca de Eurídice, se volvió en el último momento para mirar a su amada? ¿Por qué hace algo que los dioses le habían prohibido? ¿Por desconfianza? ¿O acaso estaba desafiando a los dioses? Orfeo pierde a Eurídice, Ildith pierde la vida y todos entendemos que no hay que mirar atrás cuando los dioses te lo prohíben. O sí.

La retransmisión del concierto del Festival Internacional de Música de Cine de Tenerife en La 2 contó con músicos elegantemente vestidos y hasta con un impresionante coro, todo bajo la batuta de una enérgica directora. ¿Y la música? Preciosa, conmovedora, delicada y por momentos impetuosa. La orquesta interpretaba la música de la película “Conan el Bárbaro” compuesta por Basil Poledouris en un concierto dedicado a la “espada y brujería”, el subgénero al que pertenece el héroe Conan, interpretado por Arnold Schwarzenegger. Entre el público, un espectador sonriente llevaba una camiseta de Supermán. Supongo que los dioses de la música “seria” no tendrían inconveniente en que los amantes de la música clásica disfrutaran de este concierto siempre que no vuelvan la cabeza para encontrarse con Conan el Bárbaro y con una camiseta de Supermán en una sala de conciertos. El horror. ¿Una orquesta y un coro interpretando “Conan el Bárbaro”? ¿Un espectador vistiendo en un concierto la ropa que llevaría al estreno de una película de superhéroes? Intolerable, pero bello. Ildith se dio la vuelta y se convirtió en estatua de sal, Orfeo se dio la vuelta y perdió a Eurídice, el melómano se da la vuelta y entiende que la música de cine no es la vulgarización y muerte de Bach y Wagner. ¿Quién teme a los dioses?

14/5/19

ÁNIMO, MAESTROS


Nuestro sistema educativo pretende muchos y grandiosos objetivos. Nadie incluiría entre ellos algo tan tontorrón como conseguir que la ciudadanía sepa cuáles son los cinco continentes. Hasta ahora. Que nuestros niños sepan la lista de continentes es ahora fundamental para que el día de mañana no acaben convertidos en personajes risibles, en contramodelos sociales, en animales enjaulados en manos de un jefe de pista que los utiliza en su sucio negocio. O sea, hay que saber los continentes para no acabar siendo una oveja más en el rebaño de Telecinco.

El otro día, en una de esas pruebas ridículas con que intentan animar el cotarro en “Supervivientes”, hicieron a los concursantes varias preguntas de cultura general. Ya se sabe que a los espectadores habituales de estos ‘realities’ les encanta sentirse superiores a los personajes que por allí pululan, así que las preguntas son siempre muy sencillas para abaratar y universalizar la burla en cuanto alguien falla. Lo que no tienen en cuenta son los enormes daños sociales que causan con esta estrategia. Las tres concursantes que se enfrentaron a que Lara Álvarez les preguntara con aviesa intención“¿Cuáles son los cinco continentes?” dieron estas tres respuestas: “Oceanía”, “Europeo” y “No se” (así, sin tilde).

Y ahora los maestros tienen que enfrentarse al desastre. Deben dejar de lado otros objetivos estupendos del sistema educativo para arreglar esto. Es urgente. Que manden sus programaciones a freír churros y dediquen lo que queda de curso a conseguir que los niños españoles sepan los continentes. Una sociedad moderna y justa no puede permitir que fracase el ascensor social que es la educación universal, pública y gratuita. Nuestros niños deben estar capacitados para enfrentarse a un futuro laboral provechoso en el que no tengan como única salida para ganarse la vida ser concursantes de “Supervivientes”. Y de la Antártida, ya ni hablamos.

13/5/19

¡PENNY!, ¡PENNY!, ¡PENNY!


Acaba “The Big Bang Theory”. Aún no vimos ese último capítulo en el que Sheldon, Penny, Leonard, Howard, Rajesh, Bernardette y Amy se alejarán tanto, tanto, que dejarán de ser visibles y cuando miremos hacia ellos ya solo podremos contemplar el espacio vacío, negro y frío. Pero, mientras ese terrible y, a la vez, ansiado día llega, sí que vamos sabiendo una gran cantidad de curiosidades, chismes y cotilleos sobre lo que está pasando alrededor del fin de la serie. Es normal. Estos años el universo de “Big Bang” fue expandiéndose a un ritmo acelerado, y, lo que al principio solo eran personajes, ahora nos llegan con un corrimiento hacia el rojo que nos permite ponerles nombre y conocer las personas que hay debajo.

Por eso sabemos de sus vidas fuera del plató. Por eso sabemos que, detrás de Amy, Mayim Bialik se enfrentó al final recurriendo a las cinco fases del duelo (negación, ira, negociación, depresión y aceptación: como Homer Simpson cuando cree que va a morir por comer pez fugu); detrás de Rajesh, Kunal Nayyar leyó el último guion y después subió a las redes la página que ponía “Fin de la serie”; detrás de Sheldon, Jim Parsons publicó una antigua foto de cuando comenzaba la serie abrazado a su marido; detrás de Leonard, Johnny Galecki mostraba cómo se desmantelaban los decorados de la serie; y, en fin, detrás de todos, todos vivieron semanas muy intensas y, por ejemplo, se emocionaban incluso cuando se reunían para leer y preparar juntos el último guión antes de la grabación final.

Lo que no tiene un pase es que detrás de Penny, Kaley Cuoco hiciera lo que hizo. Vale que fuera la que más nerviosa estaba, más lloró, más bombo le dio a la despedida, más habló de una posible continuación y más protagonismo acaparó, pero, sobraba su empeño en interpretar el papel de rubia tonta también fuera del plató: hace unas semanas divulgó una foto mostrando la espalda llena de moratones porque se pone ventosas para relajarse con el cupping, una de las muchas pseudoterapias que ningún otro personaje de la serie —y ninguno de sus asesores científicos— querría ver ni en pintura.

12/5/19

Y YO AMO LOS MUSICALES

Quizá usted sea un melómano sibarita, incapaz de escuchar la Quinta Sinfonía de Mahler sin valorar previamente la competencia de su director. Por supuesto, mira usted por encima del hombro a los musicales de Broadway. Nadie le va a ver en un teatro disfrutando de “Jesucristo Superstar”, “Hair” o “Cats”. A lo mejor usted es una aguerrida rockera, y el lamento de Fantine en “Les misérables” –“hubo una época en la que no había deudas que pagar, ni canción que no se cantara, ni vino que no se probara”- le deja indiferente. Quizá usted sea una jovencita preocupada por hacer cosas de jovencita, e ir a ver “Wicked” o “Grease” o “El fantasma de la ópera” le parece bajonero y viejuno. Nada es demasiado caro si hablamos de comprar unas zapatillas de moda. Nada es demasiado barato si hablamos de sacar una entrada para “West Side Story”.

Pues bien, usted, melómano sibarita, usted, aguerrida rockera, y usted, jovencita preocupada, tienen que ver cuanto antes “Fosse / Verdon” para hacerse una media idea de todas las maravillas que se están perdiendo. La nueva serie de HBO cuenta la historia de Bob Fosse y Gwen Verdon, la pareja de genios del musical que durante los años setenta estuvieron detrás de obras maestras como “Cabaret”, “Chicago” o “All that jazz”. Como los personajes de los musicales, Fosse y Verdon formaron una pareja extrema, a pocos metros de la línea que separa la salud y la locura -a pocos metros desde la parte de dentro de la locura, por supuesto-. La narración es inteligente, la interpretación de Sam Rockwell -carajo, ¿este tío lo hace todo bien?- y Michelle Williams debería valerles toneladas de premios. Y el argumento, bueno, el argumento… no olvidemos que estamos hablando de musicales de Broadway.

“Fosse / Verdon” consigue transmitir el alma de un género en el que han nacido algunas de las letras y músicas más bellas del siglo XX. Liza nos aseguró que la vida es un cabaret, pero ahora la HBO nos ha convencido de que, en realidad, la vida es un musical. Y yo amo los musicales.

11/5/19

LA NUEVA SEÑORA AZUL



I. Qué pena ver al gran José María Guzmán juzgado por cuatro cantantillos de medio pelo en “La voz senior”. Qué rabia. Aparece en escena como un concursante más y comienza a cantar “Señora azul”, uno de los temas icónicos del pop español que grabó en los años 70. “Me suena muchísimo” dice Pablo López. ¡Le suena muchísimo “Señora azul”! David Bisbal acompaña la canción con movimientos ridículos. Después de las alabanzas de rigor, Paulina Rubio le preguntará por la canción. Nadie la conoce. Nadie sabe quién es ese escritor de canciones que tienen en frente. Ninguno de los cuatro jueces de “La voz” ha escuchado sus discos con Solera ni con Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán, -terrible nombre, es verdad, eran los años de Crosby, Stills, Nash and Young-. Pero le van a juzgar. El que grabó “Bulería, bulería” va a juzgar al que grabó “Sólo pienso en ti”. Qué grandísima pena.

II. A lo largo de todo el estreno de “La voz senior” tuvimos que soportar incontables veces la cursilada de que nunca es tarde para cumplir los sueños. ¿De verdad? ¿De verdad no debo renunciar a mi sueño de ver en la televisión privada española un talent show sobre canciones en donde los entrenadores y los jueces tengan una ligera idea sobre la historia del pop? ¿Debo seguir luchando por ese sueño? ¿Cómo? ¿De verdad el sueño de José María Guzmán era aparecer en un programa de éxito nacional cantando “Señora azul” y someterse a la humillación de estar esperando a ver si cuatro productos comerciales de plástico se dan la vuelta en su silla en señal de interés?

III. Rodrigo García, compañero de Guzmán, escribió "Señora azul" como un durísimo ataque contra la crítica periodística. Pero en general se refiere a todos los que juzgan las canciones sin tener criterios ni conocimientos sobre lo que hablan. “Oye, ¿y la ‘señora azul’ quién es?”, le preguntó Antonio Orozco. Pues vosotros, Antonio, vosotros, campeones, los cuatro coaches de “La Voz” sois la nueva señora azul. Qué pena.

10/5/19

SEXO EN "SUPERVIVIENTES"


Mete, saca, mete, saca. En “Supervivientes” están todo el rato mete, saca, mete, saca. Qué obsesión. Como si no hubiera otra cosa en la vida. Mete, saca, mete, saca. Pones cualquiera de los programas del universo “Supervivientes”, da igual cuál, y ahí te los encuentras dándole al mete, saca, mete, saca. Y si otro día te vuelves a acercar por “Supervivientes” —no importa que sea otro programa a otra hora con otro presentador en otra cadena— ahí te los encuentras otra vez, ocupados con el mismo mete, saca, mete, saca. Ellos a lo suyo. Dale que te pego. Mete, saca, mete, saca como si no hubiera un mañana.

No me malinterpreten. No digo yo que el mete, saca, mete, saca esté mal. Es una manera de pasar el rato sin hacer daño a nadie que puede venir al pelo en un programa de entretenimiento. Porque entretenido sí que es. Y, al fin y al cabo, es normal que surja en las relaciones humanas algún momento propicio para el mete, saca, mete, saca. Ya se sabe cómo son estas cosas. Pero, caray, tanta fijación con el mete, saca, mete, saca resulta cansino total. Es que es tal la monomanía, que antes de que empiece “Supervivientes” ya están dándole a la matraca del mete, saca, mete, saca. A ver si vamos a tener que recordar la tontería esa de que no se puede confundir la libertad con el libertinaje.

Por eso los guionistas deberían replantearse dejar de lado la paliza que nos dan con que este famoso se mete o no se mete a concursar en “Supervivientes”. Y que este otro sí que se mete. Y que aquel no se mete. Y que el que meten no quiere que lo saquen. Y que hay uno que no meten porque hay otro que ya metieron no quiere que lo metan. Y luego hay uno que quiere que lo saquen. Pero la audiencia no lo saca. Y saca a otro que quería seguir metido. Y lo sacan y no lo vuelven a meter. Pero la organización saca a otro y luego sí lo mete otra vez. Y queda metido y no hay quien lo saque. Y amenazan con que si te metes no vale dejar de comer o de beber para que te saquen. Qué aburrimiento. Apetece quitar la tele y ponerse una buena peli. “La naranja mecánica”, por ejemplo.

9/5/19

GRACIAS, ÍÑIGO

Hace un año que murió José María Íñigo. Es la única manera de entender que un gigante de la televisión como él lleve tanto tiempo alejado de la pantalla. Encender la tele y saber que uno no se lo va a encontrar en algún programa, da igual cuál, se hace raro. Íñigo y la tele llevaban tantos años juntos —cincuenta—, que muy pocas personas pueden decir que cuando despertaron a la tele él todavía no estaba allí. Yo no soy una de ellas, y seguramente usted tampoco.

Un año sin uno de los más grandes personajes de la historia de la televisión en España y no se le ha hecho el homenaje televisivo que se merece. Se lo podían haber hecho tanto en Atresmedia como en Mediaset, porque lo anduvo todo, pero lo grave es que no se lo hayan hecho en TVE, donde presentó varios de los más exitosos programas de la casa, y protagonizó el que seguramente es y será para siempre la retransmisión más vista, más impactante y más recordada de nuestra historia: la visita de Uri Doblacucharas Arreglarrelojes Geller a “Directísimo” en 1975. Lo que en EE.UU. fue la retransmisión radiofónica de “La guerra de los mundos” de Orson Welles, lo fue en España aquella entrevista de Íñigo. La ventanita que le dedicó el “Telediario” en el aniversario de su muerte fue un detalle cariñoso, pero insuficiente. Hablaba de sus primeros años, en aquella España tan antigua que presentarse como moderno era avanzado y rompedor. Pero obviaron su larga trayectoria y su despedida, incluido ese último servicio a la casa en el que compartió plató con Javier Cárdenas en “Hora punta”. Secundario del hombre que farfulla, le daba una lección de televisión cada vez que intervenía, cada vez que hablaba, cada vez que articulaba una frase. La España de hoy es tan moderna que hay quien pretende que la profesionalidad sea algo antiguo. Y no. Qué grande: gracias, José María.

Podía aprender TVE del sencillo y emotivo homenaje que RNE le rindió cuando Pepa Fernández se desplazó con los amigos de “No es un día cualquiera” al jardín “José María Íñigo” en Madrid a recordarle. Qué delicia: gracias, Pepa.

8/5/19

JUEGO DE HOMERO


En una célebre conversación sobre religión entre los intelectuales ateos Richard Dawkins, Christopher Hitchens, Daniel Dennett y Sam Harris, este último recuerda que cuando el islamista radical Sayyid Qutb, el “filósofo” (ejem) favorito de Osama bin Laden, vivía en Estados Unidos, se dio cuenta de que los estadounidenses invertían el tiempo en chismorrear acerca de las estrellas de cine, recortar setos y codiciar los coches de los demás, y concluyó que tal banalidad materialista tenía que ser destruida. Harris, al hilo de las observaciones de Sayyd Qutb pero absolutamente lejos de sus medios y fines, lamenta que lo que hoy fascina a buena parte de los ciudadanos en su día a día tiene algo de trivial y horrible, y que en vez de dedicarnos a cosas sabias y provechosas estemos sumidos en una distracción perpetua. No sé si Harris incluiría en esa distracción perpetua a la serie “Juego de tronos”, pero no creo que sea justo.

¿Las discusiones acerca de si el tercer capítulo de la octava temporada de “Juego de tronos” es demasiado oscuro (en sentido más físico que metafísico) están al nivel de los chismorreos? ¿Los análisis sobre quién muere en la brutal batalla contra los Caminantes Blancos tienen tanta chicha intelectual como recortar setos un domingo por la mañana? ¿El poder que tanto codicia Daenerys Targaryen es tan banal como codiciar el coche del vecino? ¿Los capítulos de la última temporada de “Juego de tronos” no son más que el último eslabón, hasta que empiece el siguiente, de esa fascinación por lo trivial y por lo horrible que nos mantiene encadenados y distraídos en la caverna de Platón? No pretendo colocar a los chismorreos cinéfilos, los setos dominicales y los coches lujosos a la altura de las tramas de Shakespeare, el laberinto de setos de “El resplandor” o los diseños de Leonardo da Vinci, pero a lo mejor no es descabellado decir que los guiones de “Juego de tronos” pueden ser para nosotros lo que los poemas de Homero fueron para los viejos griegos. Bueno, sí, es descabellado. Pero el diálogo entre Sansa y Tyrion en la cripta es sabio y provechoso, y tan trivial y horrible como podría ser el diálogo entre Héctor y Aquiles bajo las murallas de Troya. 

Algo tiene “Juego de tronos” que engancha hasta a los que nos perdemos con tantos personajes y tantas intrigas. Es como escuchar la “Ilíada” de Homero sin saber griego clásico. No se entiende nada, pero suena bien. Y nos duele que termine.

7/5/19

POR TRECE COINCIDENCIAS

Diana Son y Brian Yorkey, creadores de “Por trece razones”, vieron incrementado el capital de sus cuentas corrientes tras la realización de este trabajo para Netflix. Pero a lo mejor fue una coincidencia, errores del banco, ingresos provenientes de otra fuente que nada tiene que ver con “Por trece razones”. También Netflix experimentó un aumento de audiencia entre los adolescentes tras la emisión de esa serie. Pero, de nuevo, quizá se trate de dos fenómenos independientes que han coincidido por casualidad. Correlación no implica causalidad. Que dos sucesos ocurran sucesivamente no demuestra que el segundo sea efecto del primero.

“Por trece razones” fue una de las series más comentadas de 2017. Una adolescente se ha suicidado, dejando trece cintas de audio a las personas que se portaron mal con ella. La serie reconstruye la historia, hasta llegar a la escena del suicidio, que ocupa más de tres minutos y está rodada con grandes dosis de glamour. Un estudio publicado ahora en la Revista de la Academia Estadounidense de Psiquiatría Infantil y Adolescente señala un aumento del suicidio entre adolescentes en los meses que sucedieron a esta emisión. Las tasas se incrementaron un 30% en comparación con las tasas habituales. El Centro para la Investigación del Suicidio de la Universidad de Oxford ya había señalado a finales de 2017 el aumento de la búsqueda en Google de “cómo suicidarse”, coincidiendo con la emisión de la serie en el Reino Unido. Aunque es difícil aislar el efecto de una sola variable en un fenómeno complejo como éste, se estima que “Por trece razones” podría dar cuenta de casi doscientos suicidios de adolescentes.

Pero Netflix considera que es temerario sacar conclusiones tremendistas y apresuradas ante meras correlaciones sin valor causal. Quizá todo sea una caprichosa coincidencia. No hay que dejar que las organizaciones sanitarias marquen la agenda de las productoras. Eso sólo ocurre en los Estados totalitarios. En los próximos meses se estrenará la tercera temporada.

6/5/19

ÉVOLE HA MUERTO, ¡VIVA GONZO!


Aceptémoslo: la época dorada de “Salvados” había terminado hace ya unos pocos años. “Salvados” ha seguido un ciclo vital propio de un organismo vivo, con una niñez y juventud alborotada e hiperactiva, una madurez que le hizo pasar a la historia de la televisión reciente en nuestro país, y una vejez en donde cada vez se observaban más signos de decadencia y autocomplacencia. Al principio, el protagonista de “Salvados” era el Follonero; después lo fue ETA, el accidente del metro de Valencia o el Astral; y, finalmente, el protagonista de “Salvados” pasó a ser Jordi Évole. Demasiadas entrevistas a grandes figuras internacionales que no tenían más interés que el hecho de que Jordi Évole había conseguido esa entrevista con esa gran figura internacional. Demasiados debates entre políticos enfrentados que no aportaban nada más que no cupiera en el tráiler. Demasiados programas cuyo principal atractivo era que el programa lo había realizado Jordi Évole. Nacimiento, madurez y muerte. Auge y decadencia del imperio evolino. Évole ha muerto, ¡viva Gonzo!

Porque Gonzo encaja tan bien en el proyecto de un nuevo “Salvados” que pareciera que toda su carrera previa había sido planeada para culminar con este programa. Ha demostrado su valía como periodista en muy distintos palos de esta profesión, se ha curtido durante varios años en “El intermedio” en tareas que parecen entrenamientos previos para lo que ahora le espera, y, sobre todo, no da por el momento la menor muestra de estar convirtiéndose en una estrella. Si hace un programa sobre la sanidad pública, el programa tratará sobre la sanidad pública, no sobre Gonzo. Si se dedica un “Salvados” a la inmigración, el programa no podrá resumirse en un avance. El “Salvados” de Évole tuvo grandes virtudes y algunos defectos, y en estos momentos Gonzo parece estar en mejores condiciones de aprender de la experiencia de estos últimos once años que el propio Évole. Comienza la segunda vida de “Salvados”.

5/5/19

GAYSPER


Gaysper mola. Ya saben, ese fantasmito vestido con la bandera gay que se inventó Vox en Twitter para chinchar. Pretendía acusar a los homosexuales de formar parte de un contubernio comunista y mediático tan descabellado como aquel judeomasónico, pero más variopinto. El caso es que Gaysper se les ha ido de las manos y ha escapado de la casa que le vio nacer dando un portazo. Ha cobrado vida propia, ha cambiado de bando y ha pasado a ser un icono de la tolerancia, la libertad personal y la lucha contra la discriminación y la homofobia. No me digan que no mola. Puede entenderse que uno esté harto de los fantasmas por culpa de Íker Jiménez, y que no le hagan gracia las banderas por aquel fundamentalismo vexilológico que se levantó tras la broma de Dani Mateo con la bandera española, pero aun así ese fantasma que parece Casper envuelto en la enseña gay resulta irresistible.

Gaysper se merece una serie de animación. Según gustos, habrá quien lo prefiera en Clan, Boing, Neox, Disney Channel o qué sé yo, pero tiene que saltar a la tele. Aquí, por ejemplo, lo vemos mejor en Clan, echándole una mano a Los Lunnis, a ver por qué no va a salir el arco iris en Lunalunera después de tantos siglos ahogados por el chaparrón de la intransigencia, el pecado y la culpa. Sea como sea, que Gaysper se merece una serie de animación está fuera de toda discusión.

La animación española ya triunfó con grandes personajes como Pocoyó, D’Artacán y los mosqueperros, los Fruittis, David el Gnomo, Rui (el pequeño Cid), los Trotamúsicos, las tres mellizas, el delfín Delfy, la familia Telerín, Willy Fog o don Quijote, caballero del honor, y Sancho, su escudero bonachón y gordinflón que pisa firme el suelo que dirige su señor. Hemos de volver por nuestros fueros. Por patriotismo. Por cumplir nuestra particular diversidad de destino en lo universal. Porque con Gaysper nuestro imperio contraataca. Porque nuestros niños se merecen que la historia se mejore varias veces.

Con permiso de don Ramón María del Valle-Inclán: Gaysper y abre España a la libertad y al progreso.

4/5/19

¡"JUEGO DE NIÑOS" A LA VISTA!


Toda España a Sevilla, y toda Sevilla al Guadalquivir. Todos a recibir a “Juego de niños” como se merece. Todos a presenciar su heroica llegada a puerto tras completar la circunnavegación al mundo audiovisual. Todos a celebrar que su singladura ha demostrado que navegando siempre hacia el oeste la tele retorna a su punto de partida. Todos a alegrarse porque el ser humano ha demostrado que la tele es redonda.

Hoy por la noche vuelve “Juego de niños” a La 1. Tras circunnavegar el globo audiovisual, la desvencijada nave remontará el Guadalquivir hasta llegar al muelle, donde las autoridades y el público allí congregado le brindaremos un gran recibimiento. Hay una gran curiosidad para ver el espectáculo del victorioso programa, que celebrará su hazaña descargando salvas con toda su artillería.

Xavier Sardá es quien concita más expectación, pues llega al mando de la misma nave en la que comenzó a navegar hace casi treinta años. Las primeras leguas de su periplo transcurrieron por aguas conocidas. “Juego de niños” navegó de 1990 a 1992 descendiendo el Guadalquivir, visitando Sanlúcar de Barrameda, las islas Canarias, y la costa de Brasil y Argentina. Pero se perdió el rastro de la expedición cuando se adentró por aguas ignotas y peligrosas, especialmente cuando recorrieron el nada pacífico océano Pacífico. Las tierras que entonces visitó Sardá y las aventuras en las que se vio envuelto fueron recogidas en tan extrañas crónicas –a veces locas, a  veces inicuas–, que se las conoce como “Crónicas marcianas”.

Hoy, algunos supervivientes del viaje, pocos y valientes, arribarán a La 1 acompañando a Sardá. Unos pocos grumetes, niños entonces, hoy marineros hechos y derechos, y un Juan Carlos Ortega que se subió a aquel viaje en marcha y supo llevar al barco de Sardá agua limpia y fruta fresca, tal y como dicen las “Crónicas marcianas”. De corazón les deseamos que naveguen con buen viento en su nueva singladura por esta televisión que tanto ha cambiado los últimos años.

3/5/19

"BOOM" NO ES UN CONCURSO


“Boom” no es un concurso. Se mire como se mire. Será otra cosa. Un programa de exhibición de conocimiento. Un montón de microdocumentales variados. Un talent show en donde aspirantes a concursantes aprenden el oficio bajo el magisterio de Los Lobos. Pero un concurso, no. Para que un programa sea un concurso es necesario que exista una leve incertidumbre acerca de quién va a ganar. Está en la primera página de cualquier tratado de Concursología. Quizá “Boom” fue un concurso en 2016. Quizá en 2017. Fueron años raros: el presidente del gobierno era Mariano Rajoy y “Boom” era un concurso. Ya no lo es. Ni Mariano Rajoy ni “Boom”.

La mitad de los técnicos que aparecen en los títulos de créditos finales llevan menos tiempo trabajando en el programa que Los Lobos. Y otra mitad cambiará de trabajo antes de que Los Lobos sean eliminados. Eso, en el supuesto de que la eliminación de Los Lobos llegue a ocurrir alguna vez. En dichos créditos, más o menos entre “Infografía” y “Sonido” podría incluirse la categoría “Concursantes”, y colocar en ella los nombres de Erundino Alonso, Manu Zapata, Valentín Ferrero y Alberto Sanfrutos, ya que trabajan en el programa de Antena 3 tanto como el presentador. O más. Al menos, ganan más que él. O lo ganarán.

Existen en la naturaleza regularidades menos constantes que las victorias de Los Lobos. El vuelo de las aves. La floración de los almendros. Las derivas continentales. Son inútiles los esfuerzos del genial Juanra Bonet por insuflar emoción a una rutina cuyo resultado se predice con la misma seguridad con la que Tales de Mileto predecía los eclipses (“¡sólo vais mil puntos por debajo de Los Lobos! ¡Podéis conseguirlo!”, “¡oye, muy bien, ¿no? Extraordinario! ¡Sólo cometisteis el doble de errores que Los Lobos!”). De la misma manera que los espectáculos de los Harlem Globetrotters no son partidos de baloncesto, “Boom” no es un concurso sino el programa surrealista definitivo que le hubiera gustado realizar a los Monty Python.

2/5/19

BLANQUEAR "BLANQUEAR"


… y de pronto todo el mundo empezó a usar la palabra “blanquear”. No, no para referirnos a la acción de volver más blanco algún producto. No. Con el sentido de justificar o validar un acto o una ideología. Recuerdo la primera vez que la oí en “Los desayunos de TVE”. Hará pocos meses. Y, a partir de ahí, la inundación. Quinientas veces a la hora. En “La sexta noche”. En “Al rojo vivo”. En “Espejo público”. Sánchez blanquea el golpe de Estado. Casado blanquea el fascismo. Iglesias blanquea la dictadura venezolana. Álvarez de Toledo blanquea las violaciones. Arrimadas blanquea la represión policial. Osborne blanquea a Abascal. Abascal blanquea a Franco. Franco, Franco, que tiene el culo blanco porque su mujer lo lava con Ariel. Vamos, que Carmen Polo blanqueaba el culo de su marido. Pero lo blanqueaba de verdad. Con el sentido que la RAE da a “blanquear”. No como Torra blanquea la xenofobia.

Es la venganza de los anuncios de detergentes. Occidente se ha construido con esfuerzo y sin ese uso de la voz “blanquear”. Algún espectador de “Masterchef” me asegura que alguna vez Jordi Cruz habló de “blanquear verduras”, pero no está confirmado. Kant escribió la “Crítica de la razón pura” sin usar “blanquear”. En “Parerga y paralipómena” de Schopenhauer no aparece la palabra “blanquear”. Verlaine y Rimbaud se hicieron de todo, pero jamás nadie vio a ninguno de los dos acusar al otro de blanquear nada. Durante aquellos años horribles, la violencia se justificaba y la corrupción se toleraba. Pero lo único que se blanqueaban eran las fachadas de Alcalá de los Gazules cada mes de mayo.

Acabamos de sufrir una campaña electoral. Comienza otra. ¿Es mucho pedir que los candidatos y periodistas se traten con respeto, no difundan noticias falsas, pongan los intereses colectivos por encima de los intereses partidistas y no usen la palabra “blanquear”? Ya está bien de soportar a Antonio Maestre y María Claver blanquear el uso de “blanquear”.

1/5/19

UN KILO MÁS EN ANFIELD


Puede que la exatleta Ruth Beitia tenga razón cuando dice que el deporte favorito de los españoles es encender el televisor y ver hacer deporte a otros pero, como decía el mago Houdini, la correlación no es lo mismo que la causalidad. Aunque sofá y fútbol correlacionan, el fútbol televisado no es la causa de que muchos futboleros no hagamos más deporte que el que se puede desarrollar en un sofá mientras vemos jugar a Messi y Salah. Si el deporte televisado es la causa de que los amantes del deporte como espectáculo no hagan deporte, entonces las películas que programa TCM serían la causa de que los amantes del cine no hagan películas. ¿Tarantino no ve películas en la tele? Seguro que sí. Sin embargo, Tarantino puede hartarse de ver películas surgidas de la estantería más profunda del videoclub más escondido sin dejar de lado sus virtudes cinéfilas. Si usted y yo no dirigimos películas es porque no tenemos talento para ello o porque no nos da la gana, del mismo modo que comer pasteles de crema los domingos por la tarde no nos impide dedicar la vida al arte de la pastelería. Partidos de leyenda como el Liverpool-Barça de la semana que viene no son culpables de esos kilos de más. Acompañar el partido con unos pasteles de crema y un par de cervezas… puede que sí. Pero un kilo de más bien vale una misa en Anfield.

Muchos futboleros engordaremos hoy un kilito mientras vemos el partido entre el Barça de Messi y el Liverpool de Salah, y si mañana no vamos al gimnasio o no salimos a correr unos kilómetros no será tanto un efecto del partido como una correlación. Seguro que los futuros Salah o Messi dedican el día después de un Barça-Liverpool a jugar al fútbol o ensayar el lanzamiento de un libre directo, pero los demás solo podemos reflexionar sobre lo que hemos visto y, quizás, escuchar otra vez el emocionante “You´ll never walk alone” pegado a las gargantas de los aficionados del Liverpool. Unos pocos se levantan del sofá después de ver “Casablanca” o de la mesa después de comer un delicioso pastel de crema para iniciar un camino hacia el cine o la pastelería. La mayoría, nos quedamos paralizados por la belleza de la despedida de Rick e Ilsa o el sabor de los pasteles. Un futuro Messi se levantará hoy del sofá en busca de un balón. Los demás, nos limitaremos a cantar que los grandes equipos nunca jugarán solos.