“No hay escape de la filosofía”, dijo Karl Jaspers. Tampoco lo hay de la política. Jaspers quería indicar que tanto los que se adhieren explícitamente a una filosofía como los que pretenden hablar sin tomar partido están tomando partido. Una cosa es no tener principios filosóficos y otra es no saber cuáles son los principios filosóficos que tienes. Lo segundo se suele tomar por lo primero. Y lo mismo ocurre con la política. “Yo soy apolítico, es decir, de derechas”, decía el genial Perich. Todo es política. Es política la canción política y es política la canción que afirma no ser política. Es político el cine político y es igual de política la comedia romántica. No hay escape de la política.
Por eso no tiene sentido la jornada de reflexión, al menos tal como se contempla desde nuestro ordenamiento jurídico. Se supone que la televisión debía mantener durante el día de ayer una exquisita neutralidad en materia política, pero #0 emitió “Inside out”, el mayor canto a favor del individualismo narcisista que Disney ha realizado en su historia. Si esa película no defiende el liberalismo frente al socialismo, que venga Milton Friedman y lo vea. La 2 programó “Tendido cero”, su programa sobre tauromaquia; La 1, “Corazón, corazón”. Cuatro colocó durante la mañana dos programas de “Callejeros viajeros” realizados en el Magreb. Valores en conflicto, clases sociales, cultura. En una palabra: política.
La única posibilidad de cumplir auténticamente con la jornada de reflexión pasaría por interrumpir las emisiones televisivas en todas las cadenas durante veinticuatro horas. Pero eso, bien mirado, sería también un potentísimo manifiesto político. Le acaba de pasar a David Broncano, que hizo un monólogo sin chistes en “La resistencia” como protesta por la censura que está habiendo contra el humor políticamente incorrecto, y la gente se partía el culo oyéndolo. Asumamos que no hay escape de la política y, ya que vamos a votar votemos o no, votemos.
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