Rompo
oficialmente relaciones diplomáticas con Carlos
Sobera. Retiro mis embajadores de su carrera profesional. Lo nombro persona
non grata en mi televisor. Lo incluyo en mi lista oficial de los integrantes
del eje del mal televisivo. Se acabó, es el fin, hasta aquí llegamos, él ahí y
yo aquí, cada uno en su casa y aquí paz y después gloria.
No es porque
Sobera haga mal su trabajo, desempeñe mal sus tareas o no cumpla sus
obligaciones. Ojalá fuera por eso, porque eso tiene arreglo. El problema es que
el simpatiquete actor de la serie “Al salir de clase” (y alguna otra), el
simpaticote presentador del concurso “¿Quién quiere ser millonario?” (y muchos
otros), ya no da pie con bola, acepta obligaciones que nadie debería asumir,
desempeña tareas que sería preferible abandonar y realiza trabajos que sería
mejor que nadie hiciera.
En su día nos
pareció excesivo que Sobera se hubiera venido arriba atreviéndose a presentar
la edición española de la excepcional serie de divulgación científica “Cosmos”
en Mega. Eso fue hace cuatro años. Desde entonces ya solo se atreve a venirse
abajo. Puso su carrera en manos Mediaset y se despeñó por sus acantilados.
“First dates” es el hijo hortera de “El diario de Patricia” y “Contacto con
tacto”. “Volverte a ver” es la versión cutre de “Sorpresa, ¡Sorpresa!” (y una
vergüenza lingüística para un tipo como él que publicó el libro “Los mil
errores más comunes del lenguaje” y sabe que lo correcto es decir “Volver a
verte”). El concurso “The Wall: Cambia tu vida” fue pretencioso y vacío.
“Little Big Show” fue otro ejercicio de manipulación de los niños para el
negocio televisivo. Y que ahora vaya a copresentar “Supervivientes” solo sirve
para convencerme de que ya estaba tardando en mandarle a freír churros, que Jorge Javier Vázquez hace daño, pero no
tiene por qué cargar con las culpas de todo. Y si hay alguien que aún quiere
apiadarse de Sobera, que antes recuerde el anuncio machacón que aceptó hacer
para ganarse un dinerito fácil sin importarle que fuera a costa de fomentar la
ludopatía entre los telespectadores.
Fomentar la ludopatía entre adolescentes, que es aún peor. Droga muy dura para menores de edad. Es un indeseable.
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