20/3/19

NORAH JONES ME MIRÓ


Tengo un amigo que sostiene que Bruce Springsteen le miró en un concierto. Solo durante un segundo, de acuerdo. Pero, en ese segundo, el mundo de Springsteen limitó al norte, al sur, al este y al oeste con mi amigo. Había miles de personas en aquel concierto, y Springsteen cantaba y se movía por el escenario con su fuerza y magia habituales. Y, durante un segundo, Springsteen y mi amigo fueron uno y trino (el padre Bruce, el hijo que pagó la entrada al concierto y el espíritu santo del rock que sobrevolaba el estadio). Todos se ríen cuando mi amigo cuenta esta anécdota. Yo jamás me he reído porque estoy convencido de que Bruce miró a mi amigo, como estoy seguro de que cuando Bruce mira al público en sus conciertos siempre mira a alguien. Además, no puedo reírme de quien presume de haber compartido mirada con Springsteen porque yo mismo he tenido una experiencia parecida pero todavía más difícil. Norah Jones me miró. A mí. Me miró mientras cantaba “Nightingale” en el club londinense Ronnie Scott.

Fue en “Norah Jones en concierto” (CineDock&Roll, Movistar+). Solo un segundo. Bruce Springsteen miró a mi amigo en un concierto en directo en un estadio de fútbol. Norah Jones me miró en un concierto emitido en una cadena televisiva. Ella tocaba el piano y, detrás, el maravilloso baterista Brian Blade y el supremo bajista Christopher Thomas iluminaban un momento perfecto de jazz. No es lógico, ya lo sé. Los ojos de Norah surgían de la pantalla de un televisor, y la cantante estadounidense no sabe que existo del mismo modo que el Primer Motor Inmóvil de Aristóteles pasa de mí y el Espíritu Absoluto de Hegel me ignora. ¿Y qué? “La lógica es el principio de la sabiduría, pero no el fin”, dice Spock en “Strak Trek VI: aquel país desconocido”. Y Spock me creería. La lógica es el principio de la sabiduría que nos permite salvar a la especie humana porque es capaz de inventar cosas como el jazz, y la lógica es la que mantiene la confianza en que el bípedo implume de uñas planas decida poner los medios para no destruir el planeta y seguir escuchando jazz. Pero la lógica no es el fin. Por eso Norah Jones me miró.

¿Y saben una cosa? Cuando Norah Jones me miró, ella tenía los ojos cerrados.

1 comentario: