11/3/19

MACONDO NO ES PIXELABLE

Leo que Netflix va a hacer una adaptación de la novela “Cien años de soledad” y no entiendo muy bien a qué se están refiriendo. ¿Cómo van a adaptar la frase “De tanto ser usado, y amasado en sudores y suspiros, el aire de la habitación empezaba a convertirse en lodo”? ¿Qué imágenes de la primera escena del primer capítulo sustituirán a “El mundo era tan reciente que las cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo”? ¿Cómo iluminarán la secuencia que se refiera a “Había encontrado la paz en aquella casa donde los recuerdos se materializaron por la fuerza de la evocación implacable, y se paseaban como seres humanos por los cuartos clausurados”? Y no sólo eso: ¿cómo harán para que el actor que interprete a José Arcadio Buendía sea a la vez el mismo y a la vez diferente del que interprete a José Arcadio Segundo? ¿Quién se atreverá a ser Remedios la bella, “la mujer más hermosa del mundo”, después de que treinta millones de lectores la hayamos imaginado de treinta millones de formas diferentes? ¿Cómo harán para que el minutero de Netflix avance y no avance, cómo numerarán los capítulos de forma no lineal?

Disculpen, pero en esta vida no todo es adaptable. Si cualquier traducción es ya una traición, imagínense entonces cuán extremo el delito, cuán alta la deslealtad que encierra toda adaptación, merecedora de un juicio sumarísimo si se refiere a obras de Gabriel García Márquez. ¿Por qué Netflix no adapta el Requiem de Mozart, el Guernica de Picasso o el Apolo y Dafne de Bernini? ¿Las series que de ahí salieran se seguirían llamando “Requiem in D-moll”, “Guernica” y “Apollo e Dafne”? Aunque el lenguaje es frecuentemente figurativo, el carácter lingüístico del universo que crea García Mázquez no es accesorio o el mero vehículo para transmitir unas imágenes, y su materia artística está tan lejos de la televisión como lo pueden estar las notas musicales, los óleos o el mármol. Una palabra, cuando la usa un inventor de mundos, vale más que mil imágenes. Y Macondo es una ciudad hecha de deseo, de ausencias, es decir, de palabras y no de píxeles.

1 comentario:

Lockhart dijo...

Impossible Mission, espero que no contraten a Tom Cruise