Ser hoy mujer feminista
y responsable es muy fastidiado. Otros días se puede sin problemas. Basta con ser
una mujer que cumple con sus responsabilidades de forma cabal, defendiendo a la
vez la igualdad de hombres y mujeres de forma no menos cabal. Pero hoy empieza
una semana dura que desemboca, ay, en el viernes ocho de marzo, Día de la
Mujer. ¡Ser feminista y responsable un día así es imposible! La huelga de ese día
la obliga a decidir a quién quiere más, a la feminista o a la responsable, a la
trabajadora o a la huelguista, a la que se gana su dinerito empujando el carro como
Dios manda o a la revoltosa que deja de empujar y pierde el dinerito aunque lo
necesite con tal de demostrar que el carro no se mueve si ella falta.
Ana Rosa Quintana, mujer feminista y
responsable, vive tal sinvivir que vive sin vivir en sí. Vean lo que dijo el
otro día en antena cuando habló de este asunto: “Ya lo anuncio, este año voy a hacer la huelga aquí, haciendo el
programa”. La pobre quiere tranquilizar a sus jefes diciendo que irá a
trabajar aunque haga huelga, pero lo único que consigue es preocuparlos tanto a
ellos —¿llevará años trabajando en huelga sin que se sepa?— como a nosotros —¿sabrá
que la huelga consiste precisamente en no ir a trabajar?—. Después, recordando
que el año pasado sí se sumó a la huelga (lo hizo a última hora para que la ola
no la arrastrara), añadió otra perla: “Yo
creo que ya tuve mi gesto”. Dejando de lado que una huelga es una acción que
además de poseer un significado tiene en sí misma un gran valor intrínseco, no
explica por qué no han de repetirse los gestos cuando son correctos.
Sin duda el
problema está en considerar incompatible ser feminista y ser responsable, ¿acaso
no es por responsabilidad por lo que hay que ser feminista? Pues Ana Rosa no lo
sabe, porque dijo que no faltará al trabajo el día ocho porque “hay que ser responsables”. ¿Responsables?
Por caridad, que alguien la avise de que lo que vamos a celebrar el viernes no
es el Día de la Mujer Irresponsable.
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