TRECE es una televisión territorial. Pudiera parecer que no, que es una televisión generalista no definida por su vínculo con un territorio concreto, pero resulta que cumple el criterio definitorio de una televisión territorial: tiene un programa “por el mundo”. “Vascos por el mundo”, hoy, Nueva Orleans; “Españoles por el mundo”, hoy, Tokio; “Andaluces por el mundo”, hoy, Marrakech; “Madrileños por el mundo”, hoy, Edimburgo; “Catalanes por el mundo”, hoy, Waterloo. TRECE tiene “Misioneros por el mundo”, la reproducción perfecta de la franquicia “por el mundo”, con su infografía, sus conductores y cámaras que se encuentran espontáneamente con los desplazados por las calles del país extranjero, su informal mezclilla de retrato del viajero y retrato del lugar.
TRECE es una televisión territorial. Pero su territorio es una religión, la católica. Disney Channel no tiene un “Niños por el mundo”. Calle 13 no tiene un “Amantes del thriller por el mundo”. Canal Historia no tiene un “Conspiranoicos zumbados interesados en Hitler, los mayas y los extraterrestres por el mundo”. Y es que TRECE no sólo se dirige a un público en particular, como Disney Channel, Calle 13 o Canal Historia, sino que lo hace a un público para el que es destacable el lugar en el que se encuentra, la Ciudad de Dios o la Ciudad del Mundo, la Tierra Prometida o Babilonia. Sólo así se entiende la existencia de “Misioneros por el mundo”.
“La Iglesia es llamada ‘católica’ porque está por todo el mundo, de un lado a otro de la tierra”, dejó escrito San Cirilo de Jerusalén en sus “Discursos Catequéticos” del siglo IV. A pesar de San Cirilo, a pesar de que etimológicamente “católico” significa “universal”, TRECE ofrece semanalmente a los católicos españoles la crónica redundante de unos católicos por el mundo. Se sobreentiende, ya lo sospechábamos, que los primeros viven fuera de él.
Por lo mismo, varias cosas. Los vascos por el mundo se emiten porque viven fuera de él. Los asturianos por el mundo, igualmente. Sumando todas las partes que, estando fuera del mundo (dado que han de bajar a ese mundo), viven fuera de él, tendrīamos que el mundo está fuera del mundo, incluidos los que escriben algo sobre él. ¿Absurdo, realidad o hablar por hablar? Lo último, seguro.
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