Mal que, en el último “Todo es mentira” (sobremesas de Cuatro), Marta Flich intentara torear con normalidad al Minotauro de Creta. Desde que le saludó, debería haber visto que Juan Carlos Monedero ya salió de chiqueros resabiado y embistiendo.
—Buenas tardes, ¿qué tal?
—Sorprendido de tanto movimiento
post…comida.
El colaborador
Miguel Lago se olió algo y echó un
capote.
—Lo de “movimiento postcomida”, ¿qué es, que
has ido al baño bien?
—Es precisamente esto, ayss. Pero, bueno,
luego comentamos.
Mal que
mantuviera la compostura y le preguntara con educación por el escrache a
Errejón en el barrio de Hortaleza el que critican la conducta de Podemos en las
instituciones.
—¿Qué te parece este escrache?
—Pues que no tenéis ni idea de lo que es un
escrache. Debíais documentaros un poquito antes de empezar el programa bla bla
bla. Por ejemplo, en Argentina bla bla bla. Un escrache lo que busca es que la
persona interpelada pueda explicar bla bla bla. Esto es un acorralamiento bla
bla bla. Le llamas escrache por rebajarle el contenido bla bla bla.
Mal que, en
vez de clavarle la puya del DRAE en sus morros hasta hacerle sangrar (Escrache:
1. m .
Manifestación popular de protesta contra una persona, generalmente del ámbito
de la política o de la Administración, que se realiza frente a su domicilio o
en algún lugar público al que deba concurrir”), continuara portándose con
educación con quien no la tenía.
—Gracias.
—De nada, yo es que a esta hora doy clase y
por eso tengo esta querencia bla bla bla.
Mal que le
contestara con elegancia cuando, al preguntarle por la desunión en “Unidos
Podemos”, el incontinente miura escupió fuego.
—Déjame decirte, Marta, bla bla bla, lo que
estás haciendo está lleno de basura bla bla bla. Vine a hablar de unos temas y
me preguntas por otros bla bla bla. Me estás mintiendo bla bla bla. La basura
de la política a veces la representan los medios bla bla bla.
—Eso es una mala digestión o no encajar la
crítica.
Y mal que,
cuando se puso asquerosamente paternal (“Corazón,
yo quiero hablar de todo bla bla bla”. “Marta, tú eres una mujer que defiende
el feminismo, no deberías defender esta bazofia”), Flich le pusiera en su
sitio (“Tú no tienes que decir lo que yo
tengo que tolerar, para empezar”) en vez de mandarle a la mierda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario