7/2/19

EL VIAJE A MUCHÍSIMAS PARTES


Después de ver el delicioso estreno de “Un país para escucharlo” (La 2), uno se queda con la gozosa sensación de que, en el breve plazo de una hora, se ha viajado a muchísimos lugares, bastantes más de los que pretenden los propios autores del programa. La idea de la serie documental es ir recorriendo diferentes partes de España, bajo la guía de Ariel Rot y de un anfitrión local diferente en cada capítulo, charlando con los creadores de ritmos y canciones más interesantes de cada plaza. En su arranque, por ejemplo, fue Kiko Veneno el que acompañó a Rot en un Mercedes blanco por Triana, el barrio de la Viña en Cádiz, Jerez de la Frontera, la Sevilla de Silvio. Se ofreció al viajero un recorrido por la Baja Andalucía…

… pero en verdad se nos llevó por medio planeta Tierra. Y por el mismo precio, el que nos cuesta nuestra televisión pública. Porque en los cantes de Rosario la Tremendita se ocultaba una corriente muy subterránea que conectaba el río Guadalquivir con el río Congo y el río Mississippi. En el “Andaluces de Jaen” que nos ofrecieron el propio Kiko y Rocío Márquez soplaban aires de todos los rincones del Mediterráneo. Y con el pop funky de Furia Trinidad cubrimos locas etapas inesperadas en Asturias y en Brexitlandia. Se nos había advertido de la presencia de Raimundo Amador y su guitarra Gerundina, pero no nos avisaron de que podríamos ver a la vez a B.B. King tocando a Lucille

Hay dos lugares en el planeta en donde está el planeta entero: Nueva York y Andalucía. Y hay un arte que contiene a todos los demás: las canciones. Encantadoramente realizado con una fotografía bellísima, conducido con sencillez por autores carentes de toda vanidad, la hora que nos entregó “Un país para escucharlo” ha sido uno de los momentos más bellos e interesantes de la televisión reciente y una promesa para los futuros viajes a muchísimas partes. Volando iremos, volando vendremos y por el camino nos entretendremos.

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