5/2/19

DISCÍPULOS DE CRISTO


“Documentos TV”, a las tantas: “Hoy voy por primera vez a la tumba de mi hermano, que murió hace 35 años cuando yo tenía seis. Mi único contacto con él fue cuando toqué el vientre a mi madre y daba pataditas. Estaba vivo, vivía dentro de ella. Así que este va a ser mi primer contacto con él desde entonces. La iglesia en la que yo crecí predicaba en contra de la atención médica. Animaba a las mujeres a no tener hijos en el hospital, a que dieran a luz en casa. Así que él fue una víctima del culto de la curación por la fe. Murió debido a la falta de atención médica”. En el cementerio, llora: “Nunca le besé, pero por lo menos he besado su lápida. Es importante que otras personas sepan lo que pasa. Si alguien ve esto y se identifica con esta pérdida, puede que cambie sus decisiones. Es una vida perdida antes siquiera de que empezara por el culto de la curación por la fe. Y eso no solo me ha pasado a mí, sigue sucediendo hoy en otros lugares, en otras iglesias”.

El reportaje se titula “Solo Dios puede curar”: “En nombre de sus creencias religiosas, los padres tienen derecho a rechazar los cuidados médicos incluso cuando exista el riesgo de morir. Existen un millón de adeptos que creen en la curación por la fe y rechazan la medicina. Esa creencia sería la responsable de la muerte de miles de niños privados de cuidados médicos, es imposible conocer la cifra exacta”.

Un miembro de los Discípulos de Cristo acaba de perder su primer hijo: “Las plegarias no funcionaron porque había llegado su hora, Dios lo llamó a su lado”. Otro perdió dos: “Para nosotros la medicina no es una forma de vivir. Nosotros dejamos eso en las manos de Dios. Nuestra religión no es algo superficial, es algo que va a lo más profundo, al corazón. La vivimos, la respiramos, lo es todo para nosotros”. Un tercero lucha para que no cambie la ley que les da carta blanca: “Intentan eliminar una forma de practicar el cristianismo que es parte de nuestra doctrina. Yo solo pido que se reconozca que además de la medicina también existe la fe sanadora”. Se salió con la suya. Cuatro días después perdió su tercer hijo por unos problemas respiratorios no tratados.

En los espacios religiosos del domingo ocultan esta fe sincera: “Tenía jaqueca y Dios me la curó. Gracias Señor. Aleluya. Alabado sea el Señor”. ¿No deberían contarlo todo?

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