Años 70 del
siglo pasado, la transición. No la transición de los honores a Franco en la Plaza de Oriente a los
honores en el Valle de los Caídos, sino la otra, la de verdad, la que nos trajo
aquí, la transición de la tele en blanco y negro al color. Valerio Lazarov revoluciona TVE. En aquellos años de monocultivo
catódico, apostólico y romano, era lo mismo Televisión Española que la
televisión española, así que poner patas arriba aquello era mucho poner y muy
poner patas arriba. Una de las cosas que cambia Lazarov es el manejo de la
cámara, que hasta entonces se usaba con más rigidez que la escultura en el
antiguo Egipto. La somete a tales meneos que da a los españoles la primera
lección que debe aprender cualquier telespectador: al hacernos conscientes de
que veíamos a través de una cámara que nos estaba volviendo locos, hizo
evidente que la tele nunca muestra lo que hay sin más, sino que siempre ofrece
un determinado punto de vista, el punto de vista que selecciona la cámara, el
punto de vista de la mano que la maneja, más poderoso que la mano que mece la
cuna.
El Ballet Zoom
puso cara y cuerpo de baile a aquella época. En el Ballet Zoom la cámara
bailaba tan alocadamente como sus descoyuntados bailarines. Aquel ballet creado
por Lazarov para las galas setenteras ya no existe, aunque la cámara sigue ahí,
más contenida, más disimulada, pero precisamente por eso, más peligrosa, porque
su poder sigue intacto. Afortunadamente a veces reaparece el espíritu de
Lazarov como recordatorio. Como en TV3 —la tele pública catalana— cuando informó
de la manifestación convocada por PP, Cs y Vox en Madrid. La imagen comenzó con
un zoom sobre un cartel repleto de dinosaurios de Jurassic World en el que se
leía “Nunca los verás tan cerca”, y en un zoom out digno de Lazarov, el cartel
se alejaba mientras aparecían en primer término los manifestantes y las
banderas de España llenándolo todo. O en la cadena Gol, que en el último
partido Alavés-Rayo en Vitoria comenzaron el partido ofreciendo un zoom tras
otro del campo, y así no se veía que las gradas aún estaban vacías porque los
espectadores entraron tarde al estadio como protesta por los horarios impuestos
por La Liga. Cuando la cámara baila a lo loco pasan casualidades así.
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