En la película “El tercer hombre”, el inteligentísimo y malvado Harry Lime pone los pelos de punta a su amigo Holly Martins (y a todos los espectadores) cuando expone su amoral visión de la historia con estas terribles palabras: “En Italia, cuando mandaban los Borgia, hubo mucho terror, guerras y matanzas, pero también fue la época de Miguel Ángel, de Leonardo da Vinci y del Renacimiento. En Suiza pasó lo contrario: hubo quinientos años de amor, de democracia y de paz. ¿Y cuál fue el resultado? El reloj de cuco”. La devastada Viena de “El tercer hombre” era el lugar perfecto para tipos como Harry, capaces de hacer cualquier cosa (robar penicilina y venderla adulterada en el mercado negro, por ejemplo) con la excusa de que el Renacimiento es mejor que el reloj de cuco. La explosión de documentales sobre el ascenso y caída del nazismo, el Holocausto, el ocultismo nazi, las megaestructuras nazis y mil cosas nazis más ha dejado una profunda huella en la programación televisiva del año recién finalizado y podría dar la razón a Harry Lime porque, la verdad, no hay muchos documentales sobre la Suiza neutral (ejem), pero Canal Historia y National Geographic han encontrado un filón en la Alemania nazi. Sin embargo, Harry se equivocó en casi todo.
El ensayista israelí Yuval Noah Harari aclara en “Homo Deus” que Suiza fue probablemente el rincón más sanguinario de la Europa moderna temprana (su principal exportación eran soldados mercenarios), y el reloj de cuco lo inventaron los alemanes. Pero lo que Harry quiere decir cuando habla con su amigo Holly en la noria del Prater vienés es que la guerra y la violencia empujan a la humanidad a nuevos logros, a grandes innovaciones. En fin. La guerra no fue la causa del Renacimiento, pero es cierto que sin el nazismo no existiría el subgénero del documental nazi, los independistas catalanes no podrían llamar “nazis” a sus adversarios y esos adversarios no podrían decir que los nazis son Torra y compañía. Mi deseo televisivo para el nuevo año es que podamos ver más documentales sobre el reloj de cuco para que los independentistas catalanes y los políticos de derechas se insulten de forma más creativa. “Es usted un reloj de cuco sin cuco, señor Rivera”, dirá Rufián. “Pues usted es un reloj de cuco estropeado, señor Rufián”, dirá Rivera. Y así, con relojes de cuco, la vida en esta noria vienesa en la que estamos metidos tendrá al menos otro color y el nazismo se quedará en el blanco y negro de los documentales de National Geographic. Algo es algo.
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