Venga, muchachada, que la cuesta
de enero no es para tanto. Es que nos pesa el culo y se nos hace aún más cuesta
arriba. ¿Cuántos kilos ganamos estas fiestas? ¿Un par? ¿Más? No pasa nada, eso
se pierde en un pispás. Solo necesitamos un buen plan y la tele lo tiene. La
tele está aquí para eso, para ayudarnos.
Ni los compañeros de trabajo, los
amigos o la familia nos quieren como la tele. Ellos solo se interesan por
llevarnos de banquete en banquete por comidas de empresa, reuniones de amigotes
y celebraciones familiares. Lo fácil. Pero, cuando pasan las fiestas, ¿dónde
están todos? Desaparecen y nos dejan con los kilos de más. La tele es
diferente. Es verdad que nos tienta todo el rato con platos, postres, recetas,
aderezos, dulces y tradiciones que son bombas calóricas, pero luego no nos
abandona.
Casi a mediados del pasado mes de
diciembre, Telemadrid terminó de emitir la primera temporada del concurso “La
báscula”. Durante tres meses, Luján
Argüelles aplicó a 16 participantes un plan de adelgazamiento que concluyó
justo esos días en que las primeras comidas de empresa dan el pistoletazo de
salida a las comilonas navideñas. Ni tan feliz casualidad puede ser una simple
coincidencia, ni tan feliz coincidencia puede ser una simple casualidad. Pasa
como esas veces que vamos con prisa a un sitio para no llegar tarde y, viendo
que logramos llegar en diez minutos, cuando volvemos salimos aún más tarde
porque vimos que en diez minutos llegamos de sobra. Pues con “La báscula”,
igual. Adelgazar está chupao.
La concursante que menos adelgazó
en “La báscula”, perdió doce kilos. O sea, que no pasa nada por engordar en
Navidades. El que menos, con la tele adelgaza doce kilos en tres meses, que serían
veinticuatro en seis meses, y cuarenta y ocho en un año. Eso, como poco, que el
ganador perdió treinta y cuatro en un trimestre. Y ahora que sabemos que todo
está bajo control porque la tele tiene un plan para nosotros, podemos zamparnos
tranquilamente esos postres navideños sobrantes. Sabemos que para el año que
viene caducan y no están las cosas como para tirar nada.
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