Enhorabuena a Dani Mateo. Ni la Fiscalía ni el juez
ven ofensa en algo tan inofensivo como simular sonarse los mocos con nuestra
bandera. Habrá quien considere justo al juez, y quien no. En caso de duda, un
cristiano siempre puede esperar a ver en el más allá cómo juzga Dios a los
actores. Por ejemplo, a F. Murray
Abraham, que interpretando al atormentado músico Antonio Salieri en “Amadeus” (Milos Forman, 1984) realmente quemó un
crucifijo arrojándolo a las llamas. ¿Vale un Oscar la condenación eterna?
Aquí estamos de acuerdo con la
Fiscalía, que pidió que se archivase la denuncia, y con el juez, que decidió
ese archivo por considerar que el sketch de la bandera “se trata de una
actuación humorística” sin relevancia penal. Hay que alegrarse porque ha ganado
la libertad de expresión, la democracia y la tolerancia. Pero detrás de esas
grandes palabras ha ganado una persona a quien debemos muchas risas gracias a
su oficio de humorista en la tele: Ana
Morgade.
Desde que empezó este jaleo nos
estábamos olvidando de lo mal que lo tenía que estar pasando la pobre Morgade.
En 2014 protagonizó en “El club de la comedia” un sketch muy similar al de
Mateo en el que también simulaba sonarse los mocos con nuestra bandera. Nadie
la denunció. Nadie la persiguió. Nadie la insultó. Nadie la amenazó. Nadie la
obligó a ir a declarar a un juzgado. Ninguna empresa le retiró su patrocinio.
No perdió ningún contrato. A ella no le pasó nada, y a Mateo le hicieron la
vida imposible. ¿Tan mal lo hizo Morgade? ¿No había simulado bien el estornudo?
¿No parecía que se estaba sonando? ¿Nadie reconoció la bandera? El archivo de
la causa contra Mateo deja las cosas claras: Morgade no hizo mal su trabajo, los
dos skeches son iguales, en ninguno de los dos hay ofensa ni causa penal
ninguna. La diferencia entre ambos es que ahora hace falta que intervenga un
juez porque los guardianes de las esencias están desatados. Ahora los símbolos
están a salvo, es España quien corre peligro de llenarse de babas y mocos.
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