“Operación Triunfo” ha alcanzado
su madurez. Esta edición los concursantes son muy superiores a los de la
anterior. Aquellos tenían la cabeza llena de pájaros. Creían que “OT” es un
programa musical o alguna chifladura por el estilo. Cosas de chiquillos. Tenían
tanta cosa con la música que el programa se lo tenía que currar buscando
contenidos para animar el cotarro. Era tal su desesperación que a veces para entretener
a los seguidores tenía que centrar el interés del programa en las canciones, las
interpretaciones, el arte e incluso el talento. Una locura, pero ya sabemos que
para estos programas todo vale con tal de enganchar a la audiencia. Menos mal
que ahora los concursantes sí saben lo que traen entre manos.
Este año los triunfitos están preocupados
por su imagen. Saben cómo es la tele y cómo funciona “OT”. Si quieren triunfar
ellos, primero debe triunfar el programa. Se negaban a decir “mariconez” en una
canción porque es un término homófobo, pero con las convicciones pasa como con los
clavos, que una saca otra. Su convicción de que estaban ahí para triunfar se
impuso, dijeron “mariconez” por exigencia del guion y sin dañar su imagen, y avanzaron
hacia esa fama efímera y deslumbrante que ocupa el presente. Ahora, las tres
chicas y el chico que siguen en “OT” se miran por el rabillo del ojo para ver quién
se queda con la imagen de feminista oficial del concurso.
Afortunadamente, el feminismo ha logrado
un protagonismo tal en nuestra sociedad que no se puede ignorar. Los cuatro defienden
la igualdad entre hombres y mujeres, pero “OT” felicita por ello solo al chico
(que recibe así un impulso extra hacia el triunfo). El programa creerá que un
hombre sí, pero una mujer no merece felicitación por ser feminista —lo que es
machista—. O que ser feminista es cosa de mujeres y conviene a “OT” disponer
del toque exótico que da un hombre feminista—lo que vuelve a ser machista—.
Ellas se quejan, y con razón, de la desigualdad. Se juegan algo más valioso que
sus convicciones. Se juegan su imagen, su distintivo, su marca. Se juegan el
triunfo en ese programa en el que, además, cada semana cantan algo.
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