Gala de los Premios Ondas. Un galardonado
recoge el premio. Dice: “Hágase en mí
según tu palabra”, y marcha. El siguiente habla aun menos: “Sí, mi amo”. Es todo. Un tercero ataca:
“La libertad de expresión es una mierda”.
Y un cuarto remata: “Escuchad, aplaudid y
callad”. Ustedes no se enteraron porque esto nunca ocurrió. Pero molaría.
En la gala real del pasado
miércoles nadie soltó semejantes barbaridades. Fue un acto mucho más previsible
en el que los profesionales de la comunicación reivindicaron la libertad de
expresión del modo tradicional. La defendieron, hablaron de su importancia y se
comprometieron con su defensa. Quien más tocó el asunto fue Sandra Sabatés, Premio Ondas a la mejor
presentadora por “El intermedio”. La grave situación vivida tras el sketch de Dani Mateo con la bandera de España en
el programa hace necesarias las palabras de Sabatés: la libertad de expresión está
siendo muy cuestionada y toca defenderla. Pero lo que de verdad hubiera estado
bien es que alguien hubiera dicho “La
libertad de expresión es una mierda”. Y que el público asistente abucheara.
O aplaudiera. O abucheara y aplaudiera, según quisiera cada uno. Porque de eso
se trata.
La libertad de expresión no solo
sirve para defender la libertad de expresión, también para criticarla y para
criticar a quien la critica. Es en este ejercicio donde se demuestra su
superioridad, donde quienes la condenan y prefieren la censura reconocen
implícitamente con sus actos que se equivocan. La libertad de expresión debería
tener una bandera para que quienes no la defienden puedan romperla, quemarla y
reírse de ella, para que puedan ponerla a su servicio. Una bandera que no puede
romperse y quemarse libremente merece ser rota y quemada. Es la bandera que sí puede
romperse y quemarse la que no merece ser rota y quemada. Es la que nos libra
del “Hágase en mí según tu palabra”,
del “Sí, mi amo”, y del “Escuchad, aplaudid y callad”. Y la garantía
de que eso es así es que haya personas criticándola, diciendo que es una
mierda, riéndose, limpiándose los mocos con ella. Permitámoslo y estémosles
agradecidos.
"Una bandera que no puede romperse y quemarse libremente merece ser rota y quemada. Es la bandera que sí puede romperse y quemarse la que no merece ser rota y quemada." Perfecto, precioso, ¿quién podría no estar de acuerdo? Bueno, espera, ¿pero se aplica a todas las banderas o sólo a las de "los otros"? La bandera de la Paz, ¿podría un Trump de la vida quemarla y habría que aplaudir su libertad para hacerlo? ¿sería censura criticarlo?
ResponderEliminarLo dijo Bob Pop en Late Motiv: ¿dónde está el límite del humor y las ofensas? En si quien lo dice te cae bien o mal... Tal cual. Un chiste sobre gays en El Intermedio no tiene nada que ver con el mismo chiste en el Gato al Agua. De la misma forma, un chiste sobre la bandera de España en Intereconomía, no se parece en nada al mismo chiste en El Intermedio.
Y estoy de acuerdo, la Libertad de Expresión va en ambos sentidos, si podemos decir lo que queramos, habrá que entender que otros digan lo que quieran, y aguantar las críticas. Lo que nos parezca la opinión de cada uno, como decía, depende de cómo nos caiga el sujeto en cuestión.
Un saludo.
Muy bien dicho.
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