10/11/18

ANUNCIOS DE HEROÍNA



Lo dijo Vicente Arroyo, vicepresidente de la Asociación para la Prevención y la Ayuda al Ludópata, con motivo del reciente Día Internacional sin Juego: las apuestas deportivas entre los jóvenes se están convirtiendo en la nueva heroína, la nueva adicción responsable de que una parte de esta generación vea su vida echada a perder entre deudas, pequeños robos y obsesiones simplemente absurdas. No es el primero que ha propuesto un paralelismo entre los juegos de azar y ciertas drogas, hasta el punto de que los especialistas ya han reservado un apartado del estudio de las conductas adictivas para lo que llaman “adicciones sin sustancias”.

Nadie duda de la seriedad del problema. Pero en este caso el asunto está notablemente agravado por la inexplicable presencia de anuncios televisivos de estas empresas de apuestas especialmente colocados alrededor de los eventos deportivos o de otras empresas de póker online situados en otros segmentos de la programación de perfil claramente juvenil. ¿Se imaginan en la década de los ochenta anuncios de televisión en donde, sobre un fondo de música trepidante, viéramos al Carlos Sobera de entonces diciéndonos “trapichea trapichea trapichea”, “lía lía lía” o “chútate chútate chútate”? ¿Se imaginan que antes de la emisión de un concierto de música rock -sí, amigos, aunque ya no lo recuerden, en los ochenta se emitían por televisión conciertos de rock- hubiéramos visto anuncios de marihuana, cocaína o heroína?

“Entra entra entra”, “mira mira mira”, “apuesta apuesta apuesta”, “sufre sufre sufre”, “ríe ríe ríe”, “salta salta salta”, “vive vive vive”, “juega juega juega”. Que cada palo aguante su vela. Los jóvenes han de hacerse responsables de sus conductas de juego; las cadenas de televisión han de dar cuenta de su incitación a dichas conductas. Y el Estado, al igual que impone ciertos mensajes que han de aparecer en la publicidad de tabaco, debería obligar a que al final de estos anuncios se incluyera de forma destacada el mensaje “pierde pierde pierde”.

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