La vexilología es superdiver, como demuestra Sheldon Cooper en “Big Bang theory”. Y
peligrosa, como habrá comprobado quien vio el jueves “El programa de Ana Rosa”.
Dijo Ana Rosa Quintana que ayer, Día
de la Fiesta Nacional, iba a poner la bandera de España en la ventana de su
casa porque ella (Ana Rosa, aunque la bandera, la ventana y la casa, también)
es española. De patriotismo vexilológico, bien, la felicito (a Ana Rosa, aunque
a la bandera, la ventana y la casa, también). Pero cuidadín con la lógica, que
la carga el diablo. Quien dice que ser español conlleva poner la bandera en la
ventana subraya su españolidad cuando enseña la enseña, pero puede encontrarse
con que el reverso tenebroso del modus tollens contraataca.
El modus tollens es una puñetera
forma de argumento que establece que si no se diera lo segundo (exhibir la
bandera) entonces tampoco se daría lo primero (ser español). Hay diferentes
casos. Uno: paseando por la calle vemos millones de ventanas sin bandera, donde
—por tanto— no viven españoles. ¿Habría que hacer algo? Mal rollo. Dos: haciendo
zapping en la tele pueden verse montones de cadenas que ayer no
sobreimpresionaron la bandera en una esquinita, y —por tanto— no son españolas.
¿Habría que hacer algo más? Muy mal rollo. Y tres: viajando en el tiempo puede
comprobarse que otros años la casa de Ana Rosa no tenía bandera, y —por tanto—
no era española. ¿Habría que hacer mucho más, revisar el pasado, los árboles
genealógicos, la pureza de sangre? Muy mucho malísimo rollo, tíos.
Otra posibilidad es que Ana Rosa
haya copiado a alguien eso de enseñar la enseña por ser española. Copiado sin
querer, por supuesto. Como nos explicó hace unas semanas, una cosa es copiar,
incluso plagiar un libro, algo sin importancia como lo que hizo ella, y otra
cosa es copiar y plagiar cuando lo hacen otros, como los políticos, que ellos
sí que son malotes. O ni siquiera eso. A lo mejor no copió a nadie y solo era
una bravuconada, una mentirijilla o una forma de rellenar un programa demasiado
largo. Eso ya sería otra cosa. Pero la próxima, que avise, por Dios, y nos
ahorramos este mal rato de “Diversión con banderas”.
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