En laSexta le dieron una vuelta
de tuerca a los programas de cocina y encargaron a Alberto Chicote “¿Te lo vas a comer?”. Se trataba de husmear en
otros lugares donde trabajan con comida que no sean restaurantes de capa caída
que buscan una reforma gratis. La apuesta podía haber salido bien y podía haber
salido mal, pero salió requetebién. Y se encontraron con un filón periodístico.
El caso es que, tras ver el pasado miércoles a Chicote en el papel de
investigador incómodo, estamos de enhorabuena. Sabe llamar a puertas donde no le
esperan, y sabe presionar para que quien está ante él se retrate con su
comportamiento, sus palabras y sus silencios ¿Lo hubiera hecho mejor Jordi Évole porque dispone de la
máquina bien engrasada que es “Salvados”, posee el olfato del sabueso veterano,
y tiene un perfil más reconocible en ese papel de Colombo local? Tal vez, pero no seamos tan suegrotes y veámoslo de
esta manera: no hemos perdido a un Évole, hemos ganado a un Chicote, así que
disfrutemos del banquete audiovisual y que vivan los novios.
“¿Te lo vas a comer?” comenzó por
las residencias de ancianos. Si juzgamos una sociedad por cómo trata a sus
mayores, la cosa va mal. Es cierto que al final mostró residencias (públicas,
¿coincidencia?) que hacen las cosas como deben, pero las que investigó antes
(privadas, ¿casualidad?) daban miedo. El momento cumbre del programa fue una
cutre manifestación de vergüenza ajena que montó la directora de dos
residencias para boicotear la labor de Chicote (“¡Chicote fuera ya, no te queremos más!”), pero que sirvió para
darle valor al programa y a todas las sospechas y denuncias que ponía sobre la
mesa. Si juzgamos una sociedad por el interés que muestra por saber cómo se trata
a sus mayores, la cosa va muy bien. El programa fue el más visto en horario de
máxima audiencia de ese día, y tuvo tal impacto que tras él algún responsable
político tuvo que dar la cara y explicar qué se está haciendo al respecto.
“¿Te lo vas a comer?”, pregunta
Chicote. Cada miércoles todo el plato, contesto. Y, cuando termine, mojaré pan
y haré barquitos en la salsa.
El baremo para medir a una sociedad es como trata a sus mayores.En España, por desgracia, los mayores no pintamos nada y el deseo de la sociedad , vergonzozamente, es que nos vayamos.Cuanto antes,mejor.Molestamos.Solo deseamos una buena muerte.Rápida e indolora.
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