Hay que ser autocrítico, asumir los
errores y saber pedir perdón. Rosa María
Mateo es la jefaza de TVE desde no hace ni cincuenta días, pero lo que ha
hecho con sus servicios informativos está a la vista y no puede negarse. La convivencia
de la tele pública con el poder político es siempre difícil, pero la realidad
es tozuda y los acontecimientos demuestran que las críticas lanzadas desque
aquí a la anterior gestión del Partido Popular estaban equivocadas y merecen
una rectificación.
La reciente queja de Rafael Hernando, portavoz adjunto del
PP en el Congreso, fue reveladora. Denunció que se obligaba a los comentaristas
de RTVE a anunciar el nombramiento de la nueva ministra de Sanidad durante la
retransmisión del partido de fútbol entre España y Croacia de la UEFA. Los
hechos no dejaban lugar a dudas: ese anuncio se produjo no una sino dos veces.
Como la dimisión de Carmen Montón y
el nombramiento de María Luisa Carcedo
ocurrieron durante la retransmisión, TVE informó en un breve “Telediario”
encajado en el descanso del partido. Y, encima, durante el segundo tiempo Juan Carlos Rivero dejó ¡dos veces! de
hablar de fútbol —que es para lo que estaba allí— anunciando que TVE iba a
emitir tras la retransmisión un especial sobre la dimisión y el nuevo
nombramiento.
Criticábamos aquí la anterior
gestión de TVE porque los servicios informativos ocultaban, disimulaban o
escamoteaban las noticias que incómodas o comprometidas para el Gobierno del
PP. Un error. No es que hicieran trampa, es que su modelo informativo consiste
en ocultar, disimular o escamotear las noticias incómodas o comprometidas para
cualquier Gobierno en general, sea del PP o del PSOE. Normal que ahora se quejen,
viendo cómo TVE no solo informa de dimisiones, sino también de la citación
judicial a su directora de entretenimiento, de la controversia sobre la venta
de armas a Arabia Saudí, o de la polémica por los másteres y tesis doctorales
de los políticos, llegando a abrir el “Telediario” y el debate de “Los
desayunos” con el caso de la tesis de Pedro
Sánchez. Así que me disculpo. Y, no hay duda, mi disculpa es una disculpa
real: lo siento mucho, me he equivocado, no volverá a ocurrir.
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