Un señor promociona en su web la
serie “Isabel” que TVE emitió hace un lustro, y hay quien se escandaliza. A lo
tonto. Él es un cura católico y ella Isabel la Católica, así que es normal que
promocione la serie igual que defiende la canonización de la reina aportando
testimonios de “valor inestimable” de
“grandes políticos, poetas y sabios”
como, por ejemplo, Francisco Franco (como
poeta, supongo): “En la vida de la Reina
Isabel tenéis todas un libro para el estudio. Ella conoció también los tiempos
turbulentos y materialistas; ella se vio abandonada también a la corrupción y
al vicio. Pero supo mantener la pureza de fe y la pureza de sus virtudes”.
Es cierto que el señor atenta
contra la Ley de Propiedad Intelectual porque ofrece descargas ilegales de una
versión censurada de ayuntamientos carnales, culos y tetas que, menos o más,
turben a los espectadores. Pero también es normal. Ahí está el ejemplo de Pío IV, que mandó tapar los desnudos de
la Capilla Sixtina para que los cardenales no se distrajeran en los cónclaves e
hicieran papa a tipos como él. O la versión oficial que da el Estado Vaticano
de las últimas declaraciones del papa Francisco
al volver en avión de Irlanda a Roma. Su consejo de tratar la homosexualidad
infantil con “psiquiatría” fue
censurado, según la Sala de Prensa de la Santa Sede, “para no alterar el pensamiento del Papa”. Seguro que eliminar “imágenes indecentes”, “escenas inconvenientes” e “innecesarias imágenes de sensualidad o
simplemente impúdicas” de la serie “Isabel” sirve también para no alterar
el pensamiento de sus autores. ¡Y menos escrúpulos ridículos con las descargas
ilegales! Si este señor cura promociona la “sana
censura” igual que aquél elogiaba la “santa
ira”, a ver por qué no va a haber sanas y santas descargas ilegales.
Alegrémonos, porque el sitio web
del señor “dedicado a la apologética
histórica y a la falsificación de la realidad” sea tan eficaz, al menos, en
la falsificación de la realidad. Y por haber corregido a alguna de sus ovejas
descarriadas que no vio la serie: “No me
dio ganas de verla, pensé que favorecerían a los moros y harían ver mal a los
reyes. Bueno, parece que le erré. Gracias por el esfuerzo”. ¡Señor! ¡Señor…!
¡Goool! ¡Goool del señooor!
Plas, plas,plas, plas, Enorme ovación te mereces hoy
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