Qué buena la denuncia de la
Fundación Francisco Franco a “El intermedio”. Da una vidilla al programa que le
viene de perlas. La Asociación para la defensa del Valle de los Caídos ya había
hecho un gran favor a Wyoming y
compañía llevándolos a los tribunales por sus bromas sobre la gigantesca cruz
del gran chirimbolo. Cuánto juego dio y qué bien lo pasamos gracias a su
denuncia. Pero, escarmentados con la colleja que le dio la justicia al archivar
aquella querella sin pies ni cabeza —sobre
todo cabeza—, iba a ser difícil que ninguna asociación ultra volviera a
cometer el mismo error de entrar al primer trapo rojo que agitara Wyoming. Así
que “El intermedio” hizo muy bien en coger el toro por los cuernos, y llegar a
un acuerdo con él para torearlo de mutuo acuerdo.
Que “El intermedio” se coordinase
con la Fundación Francisco Franco para repetir la jugada con otra denuncia loca
permite que ambos resulten beneficiados. Unos porque pueden alimentar sus
guiones y estirar el tema del destino del cadáver del dictador durante una
buena temporada. Y otros porque pueden usar el programa de caja de resonancia
para ganar una presencia mediática que no se corresponde a su respaldo social. Este
provechoso acuerdo garantiza el éxito de cualquier parodia que haga “El
intermedio” con el pelele de Franco,
lo que explica que los guionistas de “El intermedio” no se lo hayan currado
mucho y rellenaran esta semana con guiones de sainete, humor de burdo grano
grueso, y el fácil recurso a los golpes y trompazos al muñecote. También
explica que la Fundación haya hecho un comunicado de chichinabo que derivando
de Aristóteles a Napoleón va de lo grandilocuente a lo
risible.
Otra cosa es que se descubra que
no, que en realidad no hay montaje, y que realmente la Fundación lleve al
programa a los tribunales. En ese caso, no hay duda: hacen falta más guiones de
sainete y más humor de burdo grano grueso. Hace falta, en fin, darle más leña
al pelele de Franco. Y al muñeco, también.
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