10/8/18

SCROOGE EN AGOSTO


En “Los teleñecos en cuento de Navidad” (Movistar Disney), la estupenda versión del cuento de Charles Dickens protagonizada por los teleñecos y Michael Caine, los espíritus de los socios del señor Scrooge se aparecen a nuestro avaro favorito (incluso por encima del Tío Gilito) que, con divertida terquedad, se niega a aceptar lo que ven sus ojos. “¿Por qué dudas de tus sentidos?”, preguntan los espíritus. Y el señor Scrooge responde con un rigor y lucidez que encantarían a René Descartes y dejarían sin palabras a David Hume: “Los sentidos se dejan afectar por cualquier cosa. El más ligero dolor estomacal causa visiones. Tal vez seáis consecuencia de un trozo de carne sin digerir o de un trozo de queso. Sois fruto de la indigestión”. Lo cierto es que el señor Scrooge se equivocaba y los espíritus de sus viejos socios no eran producto de la indigestión, sino tan reales como la avaricia de un hombre que siempre vivió muy debajo de su humanidad. Pero entiendo muy bien al señor Scrooge porque yo también dudé de mis sentidos cuando vi a Donald Trump intentando calcular en un documental cuánto vale su país en millones de dólares contantes y sonantes. No podía ser real. La culpa era de la carne o el queso.

Pero no. Resulta que el hombre de color anaranjado que aparecía en “Curiosity. ¿Cuánto vale América?” (#0) calculando lo que valían las carreteras, el agua, el petróleo, los bienes materiales, las armas y hasta los cuerpos de los estadounidenses y que aseguraba estar haciendo algo que nadie había hecho jamás (tasar el valor en dólares de los Estados Unidos y restarlo de la deuda nacional para concluir que el valor real del país es de 280 billones de dólares) era Donald Trump. Todo lo que dice Trump en “Curiosity” es tan tramposo, ridículo y absurdo que esa visión de los Estados Unidos en particular y de la vida en general que firmarían el señor Scrooge o el Tío Gilito tenía que ser una visión producto de una indigestión. Quizás no de carne o queso, pero sí de una imprudente exposición a las reposiciones de “Un paso adelante” o “La casa de la pradera”. No era Donald Trump quien calculaba lo que valen los recursos naturales de su país, sino el señor Scrooge. No estaba viendo “Curiosity”, sino “Los teleñecos en cuento de verano”. O eso, o los sentidos de vez en cuando ponen en su sitio a la razón y nos recuerdan lo que pasa cuando se vota con los ojos.

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