15/8/18

HABEMUS PREGUNTAM


El mejor resumen de la serie documental “Habemus Papam. Una historia de poder” ((#0) está en el propio subtítulo (la historia del papado es, efecto, una historia de poder) y en la frase con la que concluye el primer capítulo: en contra de lo esperado, el papado permanece. Es así de sencillo. Así de complejo. Dos mil años después de san Pedro, el líder de una religión que, en palabras de Celso en su “Discurso verdadero contra los cristianos”, fundó en un lugarejo de Judea el  hijo de una pobre campesina y un carpintero, sigue siendo hoy un personaje poderoso, influyente, respetado y tan reconocible como el líder de los Rolling Stones. ¿Cómo fue posible? En “Los orígenes”, el primer capítulo de la serie, se intenta explicar el nacimiento y la evolución del cristianismo a lo largo de los siglos, pero el resultado es decepcionante: tanta ambición exige una precisión aún mayor, y los grandes nombres del cristianismo (de san Pedro a Constantino o Urbano II) se despachan con brochazos indignos de una serie que quiere ser rigurosa. Lo que podemos permitir en una película con excusa histórica como “Quo vadis” no se puede conceder en un documental serio. Sin embargo, el segundo capítulo de la serie (“La renuncia de Benedicto XVI”) es todo lo contrario porque, sin perder la ambición, repasa los aspectos más interesantes y difíciles de la historia del papado con valentía y sin miedo a hablar de la parte trasera de la iglesia.

Es precisamente en este segundo capítulo donde cobra más sentido esa aguda pregunta: ¿cómo es posible que el papado permanezca? ¿Cómo es posible que el papado permanezca después de tantos papas incompetentes, corruptos, despreciables y asesinos? ¿Cómo es posible que el papado permanezca después de tanta violencia, de tantas intrigas, cismas, odios y, lo más grave, falta de fe? ¿Cómo es posible que el papado permanezca después de una historia capaz de convertir en ateo (o al menos en no católico) a cualquiera que se tome la molestia de informarse o, sin ir más lejos, sentarse en el sofá a ver el segundo capítulo de “Habemus Papam”? La única respuesta posible a estas preguntas es que Dios lo quiere. Sin la ayuda de Dios, el papado habría desaparecido de la historia como despareció el Presidium del Soviet Supremo de la Unión Soviética o el imperio austrohúngaro. Pero esa respuesta conduce definitivamente al ateísmo porque si Dios es capaz de sostener el papado a pesar de su historia, ¿por qué no es capaz también de evitar horrores como el Holocausto, los incendios que destruyen Grecia o la muerte de seres humanos en el Mediterráneo que sólo querían una vida mejor? ¿Puede el papa Francisco contestar a esta pregunta?

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