31/7/18

SONÓ UN DISPARO COMO UN CAÑÓN


Ojo con Jenaro Castro, director y presentador de “Informe semanal”, todo un crack. Atención a su afinada estrategia como periodista de investigación, a su estilo inquisitivo y sagaz, a su capacidad para exprimir a un entrevistado hasta conseguir esa primicia que se estudiará en las escuelas de periodismo del mañana.

Un bisoño e incauto Pablo Casado acudió a “Informe semanal” para lanzar su figura como nuevo líder del PP, pero se topó con la correosa profesionalidad de Castro. Le dejó confiarse con una entrevista que parecía un masaje a dos manos de pelotaterapia con aceites esenciales, pero de pronto le sujetó por el cuello, le puso contra las cuerdas, y sonó un disparo como un cañón: “¿Cómo le preguntaría el periodista que usted pudo ser y no fue al líder del PP, Pablo Casado, por lo del máster?”. ¡Toma pepinazo!

Pobre Casado. Le habían explicado la norma básica para sobrevivir a una entrevista: que pregunten lo que quieran que ya contestarás lo que te dé la gana. Pero no contaba con la profesionalidad del director, presentador y ahora entrevistador de “Informe semanal”. Casado no solo podía contestar lo que le diera la gana, también podía hacerse la pregunta que quisiera. ¡Qué ingenioso! ¡Cuánta perspicacia! Hasta el genial teniente Colombo debería aprender de Castro a resolver asesinatos con su elegancia: “Todo está bien, ya me marcho, solo una última cuestión, hay algo que no me cuadra, ¿cómo le preguntaría el detective que usted pudo ser y no fue al sospechoso de asesinato, que es usted, por lo del crimen?”. El asesino se derrumbaría, confesaría lo ocurrido y la verdad saldría a relucir.

¿Qué hacer? Casado tiró por el camino de en medio y tranquilamente dijo lo que le salió de las narices. ¡Qué fácil! Y créanme gente que, aunque era una entrevista, no continuó, no hubo curiosidad, no hubo más preguntas, nadie repreguntó. Solo un telespectador con los dos tipos se tropezó, cogió el mando, lo apretó con fuerza y se marchó. La vida te da sorpresas, ay, Dios, pero como decía mi abuelita, el que último ríe, se ríe mejor.

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