“No se puede escapar de la filosofía”. La máxima es de Karl Jaspers, e indica cómo todos los detalles de nuestra conducta presuponen de forma implícita una cosmovisión y el ejercicio de ciertas ideas acerca de la condición humana. Netflix acaba de entrar en el Olimpo de la estupidez prohibiendo que un miembro de un equipo de rodaje mire a otro durante más de cinco segundos. Retuve esta columna durante muchos días convencido de que finalmente se sabría que la noticia era falsa o que todo había sido una broma. Pero es cierta: entre sus medidas para que “cada producción de Netflix se realice en un ambiente de trabajo seguro y respetuoso” se incluye la anteriormente citada -y otras como la prohibición de los abrazos efusivos o el intercambio de números de teléfono-. Y, sin embargo, lo peor no es la sobredosis de chucherías morales que la medida demuestra. Lo peor es que, sin saberlo, Netflix toma partido a favor de Pitágoras y en contra de Epicuro en una de las polémicas más deliciosas de la historia de la filosofía clásica.
Ambos filósofos de Samos discutieron con cien años de diferencia acerca de la naturaleza de la visión. Pitágoras defendía que los ojos emiten un tipo de rayos que producen la visión al chocar contra los objetos. Epicuro entendió que son los objetos los que emiten un tipo de rayos que producen la visión al chocar contra los ojos. La visión como emisión contra la visión como intromisión. No me digan que no es una discusión preciosa. Para Pitágoras la causa activa de la visión recae en el sujeto que ve. Para Epicuro, en el objeto que es visto. La fisiología moderna ha dado la razón a Epicuro, claro, pero para Netflix siguen siendo los ojos del claquetista los que lanzan rayos sobre el rostro de Claire Foy (“The crown”, qué ganas de la temporada 3) más que el rostro de Claire Foy el que lanza fotones sobre las retinas del guionista. No se puede escapar de la filosofía, recuerden a Jaspers, cuya condición de psiquiatra le hace especialmente cercano a esta medida de Netflix. Afortunadamente, sí se puede escapar de Netflix. Aunque no sé a dónde.
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