Hay que pensar en los niños
aunque solo sea para no oír esa cursilería de “¿es que nadie va pensar en los
niños?”. Pero, ¿y en los policías nacionales?, ¿y en los abogados, los jueces y
los jueces? ¿Es que nadie piensa en ellos? En “Sálvame”, por ejemplo, piensan
en los niños, pero a los abogados, fiscales, jueces y policías que les den.
Hace años que, viendo los estomagantes
contenidos que “Sálvame” vertía en el horario de protección infantil, Telecinco
optó por esquivar multas desdoblando “Sálvame”. Se supone que, desde entonces,
“Sálvame naranja” y “Sálvame limón” son diferentes, aunque hay tanta diferencia
entre ellos como cantidad de naranja o limón hay en los refrescos de naranja y
limón. La infancia al menos tiene esa protección; pero los trabajadores, no. Quien
tenga que exponerse a “Sálvame” por razones laborales, que se fastidie. El Estatuto
del trabajador y los convenios no dicen nada, así que el cuidado de “Sálvame” con
la población indefensa se limita a pensar en los niños.
Esta semana, por ejemplo, cinco
policías tuvieron que ir al estudio donde hacían “Sálvame” para entregar unos
papeles judiciales a uno de la recua. Automáticamente, el espectáculo se
incorporó al guion. Una colaboradora se asustó porque, dijo, venía de declarar.
El afectado habló de demandas y pleitos cruzados. Otros inflaban el globo
intentando sonsacar. La judicialización de la política no es nada al lado de la
que vive este género televisivo.
Hay mucho paro y nadie piensa en
los iluminadores, cámaras o maquilladores. Currantes que tienen que aceptar
trabajar en programas más irrespirables y dañinos que un bar antes de la ley
del tabaco. Asumimos que si quieren trabajar, tienen que tragar y callar. Pero,
¿y los pobres policías? Tuvieron que superar exigentes pruebas que les
capacitan para enfrentarse al mal, no al horror. ¿Y los abogados, jueces y
fiscales? No pasaron años de estudio para acabar de títeres en los juegos de
estos personajes. ¿Es que nadie va a pensar en ellos?
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