20/7/18

IMPERATIVO "SHOAH"


Hace unos días, en París, ha muerto Claude Lanzmann, el director del documental “Shoah”. Ya sé que estamos en verano. Ya sé que el sol, las terrazas, la vida en general y la programación televisiva en particular piden dedicar el tiempo libre a pasear, contemplar el mundo bajo una sombrilla, hacer planes optimistas que el invierno se encargará de poner en su sitio o ver una vez más “La guerra de las galaxias”. Lo sé.  Pero si disponen de diez horas, les recomiendo ver “Shoah”, el testimonio más duro y exacto sobre el exterminio industrial y metódico de los judíos llevado a cabo por los nazis en la Segunda Guerra Mundial. “Shoah” es un documental diferente porque no hay reconstrucciones de los campos de exterminio, ni imágenes de archivo que hieren como agujas en los ojos, ni música a la que poder agarrarse (como en “La lista de Schindler”) cuando todo se vuelve del color del humo de las chimeneas de Auschwitz. “Shoah” es un documental basado en los testimonios, palabras, silencios y miradas de las víctimas del Holocausto, de los que participaron de manera u otra en el exterminio, de los testigos de lo que sucedió en una época en la que el mayor horror era posible sin que Dios moviera un solo dedo para evitarlo. ¿Cómo fue posible todo aquello?

El documental sobre los nazis es un género muy popular en Canal Historia o National Geographic, puede que más que los documentales sobre los extraterrestres o la Atlántida, que ya es decir. El problema, o el peligro, de este interés por los nazis es que podemos convertir el Holocausto en una rama de la ufología o de la arqueología recreativa. El antídoto contra el revoltijo formado por Hitler, el área 51 y la utilización de los textos de Platón para localizar la Atlántida en cualquier lugar del planeta Tierra es, precisamente, “Shoah”. No es que quiera arrastrarles a ver “Shoah”, como hace Alvy Singer con Annie en “Annie Hall” con el documental “La pena y la piedad”, pero me parece que dedicar casi diez horas de verano a la obra maestra de Lanzmann nos permite entender mejor el sol, las terrazas, la vida en general y la programación televisiva en particular. Y, sobre todo, “Shoah” siempre consigue que veamos los problemas del mundo desde el punto de vista de una peculiar reformulación del imperativo categórico kantiano: obra de tal manera que ningún Lanzmann tenga que volver rodar un documental como “Shoah”.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muchas gracias por esta sugerencia, sin duda la gente pensará que Shoah es una pesadez, 10 horas para ver puede parecr algo largo, pero se hace tan liviano...

Es tan importante el visionado d eese documental, para ver en realidad el dolor que produjeron los campos de exterminio y los nzis en el pueblo judio y otros que debería ser obligatorio que la gente viese este documental al menos una vez en la vida.

Shalom. amigo.

Anónimo dijo...

Esto es precisamente lo que el filósofo Theodor Adorno consideraba como único imperativo categórico posible: "orientar el pensamiento y acción de modo que Auschwitz no se repita, que no vuelva a ocurrir nada semejante"

Anónimo dijo...

Desgraciadamente cada vez está más cerca que se repita. Paradójicamente, donde más cerca se está es precisamente en Israel donde el sionismo acaba de aprobar una ley por la que declara a una parte de la población ciudadanos de segunda. Ya lo eran de facto, pero ahora se ha institucionalizado legalmente. Los nazis del siglo XXI rezan en hebreo.