2/6/18

SHOW (aka GRACIAS, ZINEDINE, GRACIAS, MARIANO)


La televisión muestra, y “mostrar” en inglés se dice “show”. Fíjense, incluso lingüísticamente hablando, es inevitable que la televisión convierta en un espectáculo todas las cosas que toca. Un extranjero que desconociera por completo la lengua española no habría podido distinguir por las entonaciones, por las interrupciones y los formatos de los programas si los contertulios estaban hablando de la dimisión de Mariano Rajoy o de la moción de censura contra Zinedine Zidane. La misma pasión, los mismos gestos. La misma distribución de la pantalla con ventanitas grandes superiores en donde se ven a los tertulianos y ventanitas pequeñas inferiores en donde se ven a los protagonistas de los temas tratados. Las mismas interrupciones publicitarias. La misma cara de seriedad de Antonio García Ferreras. El mismo fraseo. Si el medio es el mensaje, entonces tiene la misma importancia el relevo en la dirección técnica del Real Madrid que en la presidencia del gobierno de España.

El show es la maldición de la televisión y su única posibilidad de salvación. Es su bendición y su castigo. El show es la medida de todas las cosas en televisión. El medio nació a comienzos de los años 50 del siglo XX como una extravagancia que permitiría dar una dimensión visual a los programas de variedades radiofónicas, en los que se anunciaban laxantes para el ama de casa, y sólo podrá sobrevivir a los años 20 del siglo XXI en la medida en la que pueda seguir convirtiendo en espectáculo visual acontecimientos en directo, tengan -la final de la Champions- o no tengan -la sentencia de la Gürtel- una dimensión visual destacada, en los que se puedan anunciar entidades que conceden préstamos de hasta 15.000 euros en cinco minutos que podrás devolver como tú prefieras. Las series y las películas se van a otras pantallas. Los informativos y el humor se van a otros formatos. Y lo único que le queda a la televisión es lo único que le ha quedado siempre: el show, trate sobre deporte, política o rock and roll. Gracias, Zinedine, gracias, Mariano, por salvar a la televisión.

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