Es verdad que la nueva etapa que se abre tras el nombramiento de Pedro Sánchez como presidente del gobierno de España no puede limitarse exclusivamente a la constitución de un ejecutivo cuya única medida sea la convocatoria de elecciones. La gestión del Partido Popular a lo largo de estos años ha sido tan deficiente en algunas de sus decisiones fundamentales, que llamar a la ciudadanía a las urnas se ha vuelto menos urgente que resolver los principales problemas a los que se enfrenta la nación. No podrá el nuevo presidente desarrollar una agenda completa de reformas en todos los ámbitos en donde es necesario, pero sí debería el gobierno del PSOE desarrollar un buen grupo de ellas. O, si no es posible, un número suficiente. Como poco, unas cuantas. Una. Una sola. Al menos, una: echar a Cárdenas de Televisión Española.
Si la coyuntura de apoyos parlamentarios bloquea y encorseta lo que queda de legislatura, Sánchez debería centrarse en un único objetivo central. Quizá no sea tan importante quién vaya a ser ministro de Economía o de Interior. Quizá no sería mala idea un ejecutivo con una única vicepresidencia: Vicepresidencia para Echar a Cárdenas de Televisión Española, y un único ministerio: Ministerio para Acabar con “Hora Punta”. Es posible que estemos ante un gobierno Frankenstein, pero qué mejor tarea puede realizar un gobierno Frankenstein que rescindir fulminantemente el contrato de un presentador que aúna la dicción de la Momia, la ética de Drácula y el nivel intelectual del Hombre Lobo.
Libres de Cárdenas, el gobierno de España puede empezar a ocuparse de otras cosas. O sencillamente puede convocar elecciones, para lo cual sería conveniente que Sánchez dimitiera previamente. ¿Pedro? No, no hablo de Pedro. Para que las elecciones se convocaran con un mínimo de equidad en los informativos de RTVE debería dimitir Sánchez, José Antonio Sánchez, el presidente de la corporación. Aunque eso, me temo, ya requeriría de una nueva vicepresidencia.
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