Las grandes cadenas interrumpen
su programación para ofrecer en directo la dimisión de Màxim Huerta. ¿Qué es lo mejor?
Lo mejor es comprobar que La 1 y
Canal 24 Horas empiezan a regenerarse, y en vez de buscar excusas para no
alterar su parrilla, conectan y cuentan con pelos y señales lo ocurrido, algo
que con los casos del PP eran incapaces de hacer.
Lo mejor es que la dimisión no
fue causada porque expertos basurólogos hubieran hecho un dossier explosivo con
su paso por “El programa de Ana Rosa”, sino por tributar irregularmente por
esas ganancias. Ya es fatalidad, Al
Capone cayó por lo mismo.
Lo mejor es que fue precisamente
en Telecinco donde Pedro Sánchez había
dicho que nunca permitiría que un responsable político creara una sociedad
interpuesta para pagar menos impuestos. Ahora sabemos que, después de todo,
Huerta no ve Telecinco.
Lo mejor es que ahora que Huerta
es exministro puede volver a la tele sin meterse al fango si le dan un programa
en La 2 tan chulo como a otros exministros como Eduard Punset (“Redes”) o Manuel
Pimentel (“Arqueomanía”).
Lo mejor es que confirma que el
mundo de la frivolidad y el cotilleo televisivo mueve mucho dinero.
Lo mejor es que descubre que, por
lo extendido de algunas prácticas contables, muchos famosos televisivos ya
nunca podrán ser ministros.
Lo mejor es que permitió a Wyoming hacer el chiste de que al final
ha demostrado que sí era un buen deportista porque batió un récord de
velocidad.
Lo mejor es que Huerta dijo “estoy al corriente con Hacienda” igual
que Cristina Cifuentes podía haber
dicho “estoy al corriente con Eroski”.
O sea, si te pillan, pagas.
Lo mejor es oír a su excompañera Ana Rosa Quintana. “Tendría que ampliar la explicación”, dijo al estallar el caso. “No me gustó la intervención de Màxim ayer”,
dijo ya al día siguiente. Es improbable que en los once años que trabajó para
ella, Huerta dijera nada parecido sobre aquel plagio de “Sabor a hiel” que Quintana
había achacado a un “error informático”.
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